[Capítulo IX]

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Hannibal ya había llegado al palacio, se encontraba en su habitación, junto a una de las personas del servicio, ella sacaba de a poco la ropa de sus maletas, para luego ponerlas sobre el canasto y llevarlas a lavar.

—Ya está todo listo señor Lecter, ¿Desea algo más? —preguntó.

—Si, por favor, llámame a Will Graham, dile que necesito de su presencia aquí en este momento. —dije sin voltear a verla porque me encontraba viendo unas postales que me habían llegado.

—Si señor, enseguida. —dijo antes de cerrar la puerta.

Una de las postales se trataba de una petición para pintar a una modelo al desnudo, en medio de un lugar silvestre, aceptaría, pero antes debía de ponerme en contacto con ella y su representante, sería una buena oferta de trabajo, llevaría a Will porque requeriría de su ayuda en ciertas cosas y sería una buena oportunidad para enseñarle más sobre el arte.

—¿Me llamó señor Lecter? —preguntó.

—Si, toma asiento por favor. —dije haciéndole seña para que se sentase en uno de los sillones que se encontraban al fondo.

—Acabo de ver que he recibido una postal para pintar a una modelo, requiero de tu ayuda para que me pases los materiales, mientras yo hago lo mío y no perder tanto tiempo lavando y limpiando los pinceles y brochas, entonces, únicamente podré llevarte si aceptas, así que, dime, ¿Qué te parece?, te lo pregunto porque quiero que estés cómodo y necesito tu consentimiento primero. —pregunto esperando por una respuesta.

—Pues, me parece bien señor Lecter, no hay ningún problema en que lo ayude. —dijo.

—Perfecto, partiremos a las once en punto del palacio, en una hora, gracias por haber aceptado, me ahorras más horas de lo que me toma en acabar un cuadro. —respondo dándole mis agradecimientos.

—No es nada señor Lecter, es un placer. —dijo.

—¿Necesita algo más? —preguntó.

—No Will, solo era eso, ya te puedes marchar. —dije.

—Bien señor Lecter, la carroza estará lista en una hora, sin más, me retiro. —dijo marchándose directo a la puerta.

—Will, me estaba olvidando de algo, perdona, tengo tantas cosas en la cabeza, te traje un presente de mi viaje a Roma, espero sea de tu agrado. —dije dirigiéndome hacia mi maleta y sacar aquel recuerdo que había comprado.

—Oh señor Lecter, no se hubiera molestado, me siento mal al no tener nada que darle. —responde con un tono apenado.

—No te preocupes Will, no debes de sentir que estás en deuda conmigo, te traigo este presente porque mi intención fue hacerlo, porque así lo quise. —dije entregándoselo.

—El hermoso coliseo Romano, una atracción divina romana, su construcción se basó únicamente para el placer de los ciudadanos de la antigua Roma, solían organizar peleas entre gladiadores contra animales de alto peligro y espectáculos fabulosos, a los que se los solía llamar Naumachie, eran peleas navales reales y salvajes en la arena llena de agua, es uno de los lugares más visitados en Roma, su belleza e historia, ofrece ocio y diversión para todos sus habitantes. —finalicé la historia mientras miraba el brillo de sus rizos.

—Es hermoso señor Lecter, muchas gracias, como lo dijo en su nota, le confirmo que con tan solo contemplar esto, puedo trasladarme a Roma sin tener que tomar un tren o un barco. —responde a mi mensaje con una sonrisa.

—De nada Will. —dije.

Will se retiró luego de aquella charla, iba hasta mi escritorio para comenzar a preparar y guardar mis materiales, los pinceles, los lápices, el cuadro, entre otras cosas más, iba colocando cada cosa en su respectivo estuche, luego los guardé en mi maletín.

Luna Roja- Fabiana Jalil MuñozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora