[Capítulo VI]

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Parte I

La lealtad es una de las devociones más importantes que debe de tener una persona que esté dispuesta a tener un vínculo amistoso o romántico conmigo, se la conoce como la permanencia y apoyo constante de un individuo a otro, significa no darle nunca la espalda a aquello que reconoces como importante y significativo en tu vida, ya sea por cualquier dificultad que se te presente, debes demostrar gratitud y honor por alguien a quien estimas, desde que era un niño, buscaba que los seres humanos fueran honestos conmigo, que se mostraran con la verdad ante mí y que no escondieran su verdadero rostro detrás de una máscara oscura.

De los hechos que pasaron en mi etapa de adolescencia, había aprendido muchas cosas que me sirvieron para ser la persona que soy en este momento, veo las desgracias como una lección de vida, que nos ayuda a darnos cuenta del mundo real en el que nos encontramos, este mundo que nos narra tantas cosas buenas, pero que esconde la dura y cruda realidad que ciertas personas no están preparadas para ver y afrontar.

Recuerdo a la persona que en algún momento de mi vida fue mi mejor amigo, se llamaba George Herman Munteanu, íbamos juntos a la preparatoria Cracium, éramos muy unidos, lo llegué a considerar parte de mi familia, lo estimaba mucho y era una de las personas en las que más confiaba, todos mis temores y ambiciones las sabía el, me conocía perfectamente bien, todos los días lo llevaba al palacio y pasábamos la mayoría de la tarde juntos, en algunas ocasiones, íbamos a recorrer el bosque mientras montábamos a caballo, charlábamos acerca del futuro y en lo que queríamos convertirnos después de finalizar la preparatoria, todo estaba bien, pero un día, simplemente dejó de hablarme, el asiento a mi lado estaba vacío, las charlas momentáneas habían desaparecido sin ningún boleto de regreso, ya no existía nada, todo se había desvanecido.

Me preguntaba a mí mismo por las noches qué era lo que había hecho mal, todo lo que hice fue estimarlo y demostrarle lealtad, revelarle el verdadero concepto de lo que era una amistad, pero no lo supo valorar.

Por la mañana había llegado al colegio, como todos los días, caminaba por el patio mirando los árboles a mi alrededor y sintiendo el frío que me ofrecía la bella Rumania, todos los grupos de amigos estaban reunidos entre sí, cuando algo captó inmediatamente mi atención, la voz de mi mejor amigo, seguido del fuerte dolor que mi pecho estaba comenzando a generar.

Dijo que nuestra amistad nunca existió, únicamente se había acercado a mí por lástima, para sentirse como alguien de la realeza y por curiosidad a saber el funcionamiento de la mente de un individuo que desfilaba rareza por los pasillos del colegio, como él lo denominó, describiéndome con aquellas dos palabras, supo que estaba detrás de él cuando uno de sus nuevos amigos señaló con su dedo índice hacia la dirección en la que me encontraba, su cara palideció, su cuerpo comenzó a temblar, sus cejas se elevaron, sus párpados subieron y su mandíbula cayó.

Trató de acercarse, pero simplemente lo miré directamente a los ojos y lo esquivé, no emití ninguna palabra, no me lamenté en silencio, mucho menos perdí mi tiempo tratando de pedirle las respuestas que tanto necesitaba saber, solo lo dejé como una lección de vida que el futuro se encargaría de recompensarme en algún momento.

Así fue.

Estoy agradecido con la vida, con el poder que posee cada parte de mi cuerpo, con mis padres, por haberme dejado saborear el exquisito sabor de la inmortalidad y por los desastres que se atravesaron en una etapa importante y única de mi vida.

Actualmente George Herman Munteanu, dejó de caminar sobre este mundo, hace dos años me había enterado de su fallecimiento, por lo que los ciudadanos dicen, sus problemas con el alcoholismo lo dominaron y acabaron poco a poco con su vida, su esposa quedó viuda junto a sus dos hijos, ansiando el amor de un padre que jamás volvería por ellos para abrazarlos, verlos crecer y cumplir sus más grandes sueños, todo aquello había sido llevado hacia la tumba en la que se encontraba enterrado, era una lástima.

Luna Roja- Fabiana Jalil MuñozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora