Parte 8/?

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—¿Estás listo, Volkov?—Preguntó el castaño, abriendo la puerta de la habitación.

—Sí, ya estoy.

Estaba dando los último toques a su cabello rubio. Se giró hacia Greco y se dirigió a la puerta para poder bajar a desayunar algo antes de ir a trabajar.

Una vez en él comedor, vieron a Aleksandra, quien ya estaba tomando un té junto a algunos panes dulces.

—Buenos días. Preparé algo de café por si quieren tomar antes de irse.

—Oh, Gracias, Alek. Amo tus cafés.

Greco se apresuró a llegar a la cafetera, la cual desprendía un exquisito olor. Aleksandra sólo se rió, sabía que le gustaba como preparaba el café.

—Buenos días, Alek—Pasó por detrás suyo y se agachó para besar su cabeza, al mismo tiempo dio una caricia en esos rubios cabellos que su hermana poseía.

Greco los veía mientras llevaba su taza de café a los labios. Nunca había visto que un par de hermanos se trataran con ellos dos, seguía pareciéndole algo muy raro, pero a la vez lindo.

Volkov también se preparó un té y se dispuso a tomarlo junto a su hermana. Tomando también un rollito de canela que había en la mesa.

Un desayuno tranquilo era lo que necesitaba luego de tantas cosas que pasaron.

Llegó la hora de irse.

Como todos los días, Volkov le da un abrazo y sale junto a Greco de la casa.

En el camino, va viendo por la ventana, distraído. Para Greco parecía estar ausente, pareciera no estar allí.

—Viktor...

—Ah, ¿sí?

—¿Seguro que quieres ir a trabajar? Te veo un poco... bueno, muy distraído.

—Me limitaré a pedir trabajo en oficina, yo creo que sí se presenta un código 3 o algo... me disparan.

—Vale, vale, entonces no debo preocuparme tanto.

—No, tú tranquilo.

Llegaron a comisaría. Volkov convenció a Conway de dejarle el trabajo de campo a otro agente.

Ya había avanzado con bastante papeleo, pero vio también detrás otras dos montaña de documentos y apenas eran las nueve. Se recostó sobre el respaldar de su silla y cerró los ojos, suspirando.

—Me cago en la puta... papeleo de mierda.

Al menos eso lo estaba distrayendo y mantenía su mente ocupada. Aunque por otro lado, sentía que se estresaría más.

¿Todo estaba en su contra o qué pasaba?

No podía creer que todo le estuviera saliendo tan mal desde hace dos días. Y ni siquiera sabía el porqué. ¿Acaso lo merecía? ¿Qué era lo que quería el universo de él?

Estaba tan pensativo que no oyó que la puerta se abrió hasta que una voz lo sacó del trance.

—Supernena, ¿Qué te pasa?

Conway, el Súper Intendente. Había entrado para recoger unos archivos, además de avisarle de algo y vio al ruso con la cara larga.

—Súper, disculpe... yo... Sólo no he tenido unos días buenos, nada más.

—¿Seguro que "Sólo días malos"?—Se acerca al escritorio y apoya ambas manos sobre la madera—Porque yo tengo días malos y no me está buscando el Director del FIB.

—¿Qué? ¿Qué quiere decir con eso?

—El agente H quiere verte, en media hora estará aquí.

—¡¿Qué?!—Se levantó de la silla y trató de ir hacia un costado, pero las piernas le fallaron y su vista se nubló por algunos segundos. Cayó al suelo, quedando sentado en este.

¡¿Me fo... al director Federal?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora