Parte 17/?

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En cuanto a nuestros jóvenes oficiales, estos estaban en binomio patrullando juntos.

Aunque uno de ellos parecía estar ausente.

—Greco—Este no responde—Greco—Le sacude un poco con su mano.

—Ay, ¿Qué pasó?

—Que te hablo y nadie responde. ¿Estás bien?

Si es que Volkov estaba tranquilo, era porque no estaba enterado de toda esa situación.

—Nada, perdona, sólo estoy un poco distraído.

—¿Seguro?

—Sí, no te preocupes.

—¿Quieres ir a almorzar en un rato?

—Sí, claro.

Realmente no tenía hambre, pero debía aceptar para que no hiciera alguna que otra pregunta sobre su falta de apetito.

El último mensaje que envió a Gustabo no fue leído.

Lo comprendía evidentemente, porque no era momento de contestar a nadie, pero le dejaba aún más preocupado que antes.

Pensar tan sólo le ponía peor.

Esperaba que todo fuera bien, que nada malo pase.

Pero muchas veces la vida nos lleva la contra y no podemos hacer nada para evitarlo.

¿Verdad?

—¡Joder!

Gustabo se cubría en una trinchera, tenía la carabina en mano y esta disparaba a quemarropa.

Se agachó al ver que el arma enemiga empezaba a disparar nuevamente.

—Hay un francotirador—Avisa Francesco por radio, amigo de Andrés—Trataré de abatirlo.

—No trates, hazlo—Ordenó Andrés.

Horacio volvía con un vendaje en su brazo, pues las balas habían logrado herirlo.

Así vio que algo fue lanzado desde el lado enemigo hacia Gustabo.

—¡Gustabo, cúbrete!

El rubio también la vio cuando cayó a su lado. Era un explosivo.

Apenas pudo salir de la trinchera e iba a correr, pero esta explotó antes de que lo lograra, mandándolo varios metros lejos de donde estaba.

Este quedó tirado en el suelo, sin moverse. La carabina quedó casi a su lado.

Las balas no tardaron en llegar nuevamente, dando varias en el chaleco del subdirector.

—¡Cúbranme!

Horacio estaba empezando a correr hacia él, pero alguien llegó antes hasta el rubio.

Conway bastante preocupado se arrodilló a su lado, buscaba sacarlo de allí y llevarlo a un lugar cubierto.

—Pa-pá...

—Shh, shh, te sacaré de aquí, hijo.

El moreno fue hasta ellos y se puso enfrente, disparando a los hombres de chaleco verde que veía asomarse, así cubriéndolos para que lleguen a un lugar seguro y así tratar las heridas de Gustabo.

El mayor logró meterlo a una de las estructuras que habían libres. Le quitó la bandana para que no estorbara en la ahora débil respiración que tenía su hijo.

Su pulso no era estable y había quedado inconsciente.

Al ver sus propias manos, notó que había sangre en ellas. En la frente se había abierto una herida, la cual empezaba a sangrar.

¡¿Me fo... al director Federal?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora