Parte 15/?

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La nueva pareja se decidió por preparar pasta con alguna salsa blanca para su velada.

Mientras Horacio buscaba algunas cosas en la nevera, se agachó para alcanzar algunas verduras.

Volkov, quien pasaba por detrás con una olla en su mano, lo vio sonriendo y le dio un apretón a uno de sus glúteos con toda su palma.

—¡Eh!—Su rostro moreno consiguió un fuerte sonrojo en sus mejillas, lo había tomado por sorpresa. Volteó y vio como el ruso tan sólo se iba sin decir nada.

Oyó la risita de Volkov, una risita que se le hizo adorable.

Se reincorporó, cerró la nevera con un golpecito con sus caderas. Fue hasta el mesón, cerca de donde estaba Volkov y allí dejó lo que había agarrado.

—Corazón.

—Dime—Sacaba algunos utensilios de uno de los cajones.

—Te amo.

El ruso giró hacia él. Sin decir nada se acercó hasta que sus labios se juntaron. Esta vez, colocó sus manos en la cintura del peliazul, quien enredó sus brazos en el cuello del más joven.

Cada beso era especial, cada uno tenía lo suyo. Pero el sabor tan dulce no cambiaba y esperaban que nunca lo hiciera, porque la exquisitez de sus besos era lo que los quería obligar a no despegarse jamás.

—Te... amo... mucho—Sus palabras eran interrumpidas por los besos que le entregaba al moreno, quien los recibía cada uno con gusto.

—Diossss... No sé como tuve la suerte de conocer a alguien como tú—Dijo, luego de separarse y verlo a los ojos—Eres comprensivo, cariñoso, atento conmigo. Eres tan perfecto...

—No soy perfecto, tengo más defectos de los que tú crees.

—Pues yo no lo veo así, yo veo... a un hombre maravilloso que ahora es mi novio. Y aparte guapísimo, es que eres precioso, amor mío—Le tomó el rostro y le acarició sus mejillas.

—Si seguimos así no vamos a terminar la cena hoy.

—Te diría que la dejemos de lado pero no has comido nada, ¿Verdad?—Viktor niega con la cabeza—Yo tampoco. Porque si no, te cenaba a ti—Dio una nalgada al peligris, quien se sorprendió por su atrevimiento.

—Ok, ya estamos a mano...

—Te has puesto rojo.

—Cállate.

Siguieron con lo que hacían. Volkov se ocupaba de la salsa y Horacio de la pasta, pues era lo más fácil y algo que no podría quemar ni salir mal. ¿O sí?

—Supe que te ascendieron. Felicidades.

—Ah, sí. Aunque ahora el trabajo se vuelve un poco más agotador.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Claro.

—¿Qué te motivó a ser poli?

—Desde que era pequeño... veía muchas injusticias. Le prometí a alguien importante que ayudaría a la gente y eso me hizo elegir este trabajo. Conocí a Greco en preparatoria y casualmente quería lo mismo. Así fue como nos volvimos inseparables.

—Ya veo... Bueno, has estado haciendo un gran trabajo.

—¿Y tú? ¿Qué te llevó a ser lo que eres ahora?

—¿No te ha pasado que de pequeño quieres ser héroe?

—Sí.

—Pues era eso lo que yo quería ser de grande. Entré a la policía con Gus, papá nos ayudó con eso y todo iba bien hasta que... Hubo un incidente y así gané varias de mis cicatrices. Por ordenes entré al FIB, luego no podía dejarlo... y ahora soy Director.

¡¿Me fo... al director Federal?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora