Capítulo 9

357 43 0
                                    


Tras un largo rato decidimos volver. Mi madre llama porque necesitan transporte para volver a casa y pregunta si podemos pasar por ellos. Es claro que no los dejaríamos tirados en la iglesia, pero Holly es todo un encanto con mi familia.

Al llegar a casa mi madre calienta la cena. Todos comemos y en esta ocasión el ambiente es mucho más calmado que el día anterior. Holly comenta sobre la feria en el centro y mis sobrinos se emocionan, pidiendo ir. Todos están de acuerdo en asistir mañana en la tarde.

**********

—Oye, no pasaste frío anoche, ¿verdad? —pregunto cuando estamos frente a la puerta del sótano.

—No... Estaba bien, estoy bien.

—Puedo ayudar a calentarte. —susurro, cepillando mis labios contra su oreja.

—Yo... amm. —escucho los nervios en su voz y la empujo, asegurándome que no caiga por las escaleras.

Al cerrar la puerta la beso con fuerza. Holly es una adicción. Me aferro a su cuello y sus manos van directo a mi trasero. Lo amasa y aprieta. En mi necesidad de ella me fricciono contra su cuerpo, buscando más, y bajo mis besos por su cuello. Estoy comenzando a bajar las escaleras con Holly pegada a mí cuando dos golpes se oyen en la puerta.

—Esta es una casa de Dios. —escucho la voz de mi madre, haciéndome despegar de Holly.

—Solo ayudo a Holly. —le contesto.

—Pues que sea con ropa. —me grita.

—Mejor sube, no quiero que me odien más. —dice Holly.

—Nos vemos mañana, descansa. —le doy un beso antes de salir e ir a mi cuarto.

Definitivamente duermo completamente frustrada luego de la interrupción y mi ánimo al levantarme en la mañana sigue siendo el peor. Holly, por otro lado, está toda sonriente mientras ayuda con el desayuno.

Me siento en la mesa todavía bostezando y recibo un golpe de mi madre.

—Levántate y ponte tú a hacer los quehaceres.

Suspiro porque mi madre quiera ponernos roles a Holly y a mí.

—Estoy bien preparando el desayuno. —contesta Holly y no pretendo levantarme.

La mañana pasa sin mayores contratiempos. Se terminan las pocas decoraciones que restaban y cuando el reloj de la sala marca las tres de la tarde partimos al centro. Está lleno de bullicio y personas disfrutando de las fiestas. Los niños corren hacia los juegos y veo tanto a mi hermano como a mi cuñada ir tras ellos, contagiados con su emoción. Yo me abrazo a Holly hasta llegar a los juegos.

Holly tira de mí hacia los puestos de premios y decide probar suerte en los aros de baloncesto. Según ella tendrá un lindo peluche al terminar.

—Te juro que tengo buena puntería. —me dice luego de haber perdido diez dólares en el juego.

—Lo imagino, seguro está trucado. —le consuelo.

—Vamos a lanzar el aro. —tira de mí al siguiente juego.

Continúa probando cada uno de los juegos que hay hasta que logra ganar un pequeño oso de peluche. No es el gran premio que ella deseaba, pero lo acepto con el mismo cariño. Ahora es mi turno de tirar de Holly al área de las golosinas. Las manzanas acarameladas son mis favoritas y no me iré sin comer una.

—Subamos —dice Holly, señalando la noria.

— ¿No hace mucho frío para estar en lo alto?

—Será lindo. —es lo que contesta.

A Christmas GiftDonde viven las historias. Descúbrelo ahora