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—¡Levántense! —gritan, y me llevo la almohada a la cara, gruñendo contra ella.
—¿Eso es una bocina? —pregunta Lara, adormilada y desperezándose justo en el momento en que la miro.
—Están locas —digo, y ella ríe, poniéndose de pie y viniendo a mi cama—. Estoy muerta.
Volví a enterrar la cara en la almohada y arroparme con la cobija. En la madrugada llovió y hace mucho frío.
—Bueno, pero ¿qué esperabas si anoche estuviste hablando por teléfono hasta la madrugada?
Me incorporé un poco, mirándola a los ojos, entre asustada y dormida.
—¿Escuchaste?
Negó.
—Recuerdo que tuve un sueño en el que caía de un precipicio y luego me levantaba asustada, pero entonces te vi hablando y cerré los ojos y volví a irme a otro plano en el que no escuchaba nada.
—Lara —digo.
—¿Sí?
—Tú también estás loca.
Se encogió de hombros.
—Lo sé, Colin siempre me lo dice.
Abrieron la puerta de la habitación y Mickeyla entra.
—Tenemos entrenamiento con la entrenadora. ¡Muévanse! —Se va, y me miro con Lara, las dos haciendo una mueca.
Miro por la ventana y... ¡ni siquiera ha salido el sol!
—¿Qué hora es? —pregunto, y Lara mira en su teléfono.
—Faltan cinco minutos para las cinco.
Pego un grito al cielo y tomo mis cosas de baño, saliendo por la puerta detrás de Lara.
🏈
Me encontraba en una de las zonas del gran campo de entrenamiento, rodeada de mis compañeras de equipo. Resulta que estar en el equipo de porristas no es tan simple y fácil como te lo pintan en las películas.
El entrenamiento comenzó con un calentamiento intenso: correr, hacer estiramientos y saltar, todo mientras cantábamos y gritábamos para aumentar la energía (Aunque yo sentía que me moría). Después, practicamos rutinas de baile, saltos y acrobacias, intentando perfeccionar cada movimiento y hacerlo en sincronía con las demás. La entrenadora, la cual se llama Virgi, nos estuvo dando constantemente retroalimentación y corregía cualquier error que observaba.
Es linda y amable, por lo que me sentí cómoda pronto. Nos explicó a las nuevas que ella solo se involucra en los entrenamientos y nuevas rutinas, al igual que en prepararnos para las competencias regionales. Sin embargo, dejó muy claro que todo lo demás, lo controla únicamente Mickeyla, ya que ha venido haciendo un excelente trabajo como capitana.
Aproveché un momento de distracción de las demás para bostezar y llevarme las manos a la cintura. Los ojos se me cierran a cada nada y a todo momento estoy abriéndolos mucho, tratando de mantenerme consciente.
Llevamos tres horas en la cancha. Ya había salido el sol y hacía un clima agradable. Había estirado, bailado, aprendido algunas coreografías junto con canciones, y ya no quería hacer nada, así que me dejé caer en el césped y fingí que estaba estirando.
Pero luego Linda me miró mal, como juzgándome, e hice una mueca de tristeza, poniéndome de pie de nuevo justo en el momento en que el equipo de fútbol americano entró a la cancha con sus entrenadores.
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SOLO UN JUEGO
RomanceLa llegada de Kiera al primer año universitario fue todo lo que ella había soñado, pero nunca imaginó que su mundo se complicaría tanto al conocer a Colin, el apuesto y popular capitán del equipo de fútbol americano de la universidad: odioso, extrem...