☽
Me llevo unos aros de cebolla junto con unas papas fritas a la boca y luego agarro la hamburguesa con doble carne y le doy un mordisco gigante. Cierro los ojos y mastico, sonriendo a la vez sin enseñar los dientes y disfrutando de los sabores.
Cuando los abro, veo a Colin mirándome los labios, con cara seria y la mirada entrecerrada.
—Ay, perdón. ¿Tengo salsa en la cara? —Sonrío en disculpa y cojo una servilleta, limpiándome.
Él sigue mirándome los labios y se muerde los suyos como en un gesto de ansiedad, continuamente.
—No tienes nada —responde.
—¿Entonces qué me mirabas?
—No te miraba.
—Me mirabas.
—Alucinas.
—No alucino.
—Estás ebria.
—Ya no.
—¿De verdad?
Tardé en responder.
—Solo mareada.
Él rio un poco al ver la cara que hice. Luego suspiró sin quitarme los ojos de encima, diciendo:
—Solo estaba... pensando en algo —Lo miro raro, a lo que deja la cara de seriedad que había vuelto a aparecer y sonríe sin enseñarme los dientes.
—¿En qué pensabas? —Vuelvo a abrir bastante la boca para darle otro mordisco a la hamburguesa.
Colin observa eso y se remueve en el asiento frente a mí.
—En algo —repite.
—¿Y qué es ese algo?
—Kiera.
—¿Sí?
—Come y deja de preguntar tanto.
—Me gusta preguntar —Hago un puchero y él suaviza el gesto.
—Pediste dos hamburguesas, dos porciones de papas fritas y de aros con cebolla. Además de una gaseosa grande, y apenas llevas lo primero de cada cosa.
Eso se sintió como un regaño.
—Y estoy comiendo —Le abro los ojos y ríe, pero sin enseñar los dientes—. Además, yo voy a pagarme mi comida —dije por si de pronto ese era el problema.
—No tengo problema en pagar yo. Te invité, ¿lo recuerdas?
—¿Entonces por qué te quejas? —le digo mientras mastico y con la hamburguesa en la mano, moviéndola en modo histérica.
—No me estoy quejando.
—Sí lo haces.
Me mira mal.
—Solo no quiero que desperdicies comida.
—No lo haré.
—Sí lo harás —Vuelve a regañarme.
—Que no.
—Que sí.
—Odioso.
—Ciega —Entrecierra los ojos, mirándome.
—Odioso.
—Ciega.
—O. Dio. So
—Cie. Ga
Nos retamos con la mirada y luego niego, respirando hondo y cogiendo una papa para tendérsela.
—¿Quieres una papa?
ESTÁS LEYENDO
SOLO UN JUEGO
RomanceLa llegada de Kiera al primer año universitario fue todo lo que ella había soñado, pero nunca imaginó que su mundo se complicaría tanto al conocer a Colin, el apuesto y popular capitán del equipo de fútbol americano de la universidad: odioso, extrem...