Capítulo 21 - 🏈

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Sheila me mira con rabia y algo parecido a decepción.

—Sé que lo sabes, Kiera, pero por si acaso, voy a repetírtelo: Colin tiene novia y es una de mis mejores amigas —me dice y todo mi plan se desmorona, volviendo a ser quien soy y mirándola a los ojos mientras mi pecho se contrae al oírla decirme eso.

No sé hacia dónde mirar y empiezo a sentirme mal conmigo misma, y mi cara lo demuestra porque Colin me mira y aprieta la mandíbula.

Luego mira a Sheila y manteniendo esa mirada, incluso una de mucha más seriedad e intimidación, le dice:

—No te metas.

—Me meto si quiero...

—No, no lo haces, porque mi relación no es contigo, es con Kasey.

—¡Además la defiendes! —sonríe sin gracia—. No me caes mal Kiera, pero desde que llegaste lo único que he visto es a ti detrás del trasero de Colin todo el maldito tiempo.

—¡Sheila! —ruge, dejando la cara de seriedad e intercambiándola por una de furia en su máximo esplendor.

Estoy empezando a sentirme muy mal. Quiero... Quiero vomitar.

—Yo... Yo mejor me voy.

Me alejo de ahí rápido y no miro atrás, pero sí escucho lo que ella le dice y la respuesta de él.

—Voy a decírselo a Kasey —amenaza ella.

—Haz lo que quieras.

Minutos después, me toman de la mano, entrelazándola con la mía para que me detenga.

No lo miro y niego con vergüenza, manteniendo los ojos en el suelo.

—Lo siento, Colin. Yo no quería meterte en...

—No pasa nada —interrumpe y lo miro a los ojos, con la culpa plasmada en mi rostro.

—Sí pasa, tú...

—No importa —Me está mirando muy fijamente.

—Sí importa —Le mantengo la mirada.

Solo nos miramos, con Dua Lipa sonando de fondo, su mano entrelazada con la mía y una multitud de personas rodeándonos en una fiesta que tiene luces parpadeantes, las cuales cambian de color continuamente.

Mi corazón está latiendo muy rápido, tanto que temo que se me salga.

—¿Quieres ir a tomar algo conmigo? —pregunta con calma y tardo, pero asiento, soltando su mano y comenzando a caminar despacio. No tarda en seguirme y mantenerse a mi espalda.

Entramos en la cocina de la casa, donde también hay personas jugando, bebiendo o simplemente charlando.

Apoyo las manos en la barra mientras él abre la nevera y saca dos bebidas sin alcohol.

—¿Jugo? —pregunto.

—Ya he tenido suficiente alcohol por esta noche —me sonríe sin enseñarme los dientes y hago lo mismo—. Y por cómo has estado actuando, supongo que tú también.

Su mirada me pone nerviosa y aparto la cara, sintiendo que me pongo roja.

No he bebido tanto como él cree, pero es bueno que piense que sí.

Sirve ambas bebidas en dos vasos y me entrega uno, que recibo dándole las gracias.

Se lleva el suyo a los labios sin apartar los ojos de los míos y hago lo mismo, no rompiendo el contacto cuando tomo de nuevo valentía.

SOLO UN JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora