Capítulo 19 - 🏈

3.8K 265 35
                                    


Todas están histéricas y ninguna se calla cuando Mickeyla, desde detrás del estrado del sótano de la casa, pide silencio.

—¡Maldita sea! ¡Ya cállense! —vuelve a gritar, perdiendo el control—. ¡Esto es lo que ellos quieren! ¡Desestabilizarnos!

Por fin el silencio rodea la habitación y me mantengo sentada en mi lugar al igual que las demás. Cruzo los brazos y solo escucho.

—Se burlaron en nuestra cara... ¡Nos humillaron! —dice una chica y todas las demás gritan, apoyándola.

—¡Esto no puede quedarse así! —menciona otra.

—¿Quién dijo que se iba a quedar así? —pregunta Mickeyla, igual de furiosa que todas—. Esta vez la casa Alpha se pasó y las consecuencias serán dolorosas para ellos. Nuestra Noche Blanca siempre ha sido intocable y ellos lo saben.

—¡Quiero verlos sangrar! —grita Trisha, poniéndose de pie con salvajismo y todas la miramos raro—. No literalmente, pero me entendieron —se excusa y vuelve a sentarse.

Pienso, sintiendo mis venas arder y levanto la mano.

Mickeyla me señala dándome la palabra.

—¿Qué es lo que más les duele? —pregunto y Linda me mira.

—La cancha de práctica de futbol americano es sagrada para ellos, pero no podemos meternos ahí, sería peligroso si nos descubren.

—Incluso podrían expulsarnos —agrega otra chica.

Asiento, entendiéndolo.

—Bien, no nos meteremos con la cancha —aclaro, muy segura de lo que digo. Mickeyla me mira, atenta a lo que diré a continuación—. Ya hemos visto que su casa es importante para ellos, pero hay que ir más allá que dañarles los cables de la luz —miro a Lara y ella asiente. Me pongo de pie y me acerco a Mickeyla, quedando de frente a las chicas—. Vamos a joderlos: a ellos, a su casa, a lo que más aman que tienen ahí adentro y me vale una mierda si esto desata una guerra.

—Kiera, querida —Mickeyla coloca una mano en mi hombro, sonriéndome con complicidad—. La guerra empezó hace mucho, pero esto sobrepasó los límites de lo que siempre hemos mantenido.

—Hace algunos años, Brown compró tierras en esta zona con el propósito de construir casas para fraternidades y hermandades. Sin embargo, a pesar de haber construido las casas, nunca se instalaron cámaras de seguridad en el área —informa una chica.

—Si somos precavidas, podemos salir ilesas de esto —se une Lara—. Aunque solo con la universidad, porque ellos van a atacar peor.

—Y los estaremos esperando con los brazos abiertos —abro los míos dramáticamente y las chicas ríen, yo con ellas.

—¿Tienes un plan? —me mira Mickeyla y hago lo mismo, sonriéndole con malicia.

«Claro que tengo un plan».

Comenzó el juego.

🏈

Entro a mi clase y bajo las escaleras sin mirar a nadie, entrando en una de las filas y avanzando entre las personas hasta ubicar un asiento vacía.

Saco mi botella de agua de mi mochila y miro al frente, descubriendo que el profesor todavía no ha llegado. Miro a las diferentes cabezas que aparecen frente a mis ojos hasta que me detengo en una.

No le quito la mirada de encima y, por un momento, se me olvida todo lo que me hace sentir y reemplazo eso por rabia.

La pintura que nos lanzaron era resistente, por lo que ninguna durmió en toda la noche porque no pudimos sacarnos la pintura de la ropa, piel y cabello hasta que llegaron dos hermanas que tuvieron que salir a buscar el producto necesario para poder quitarlo: decapante, el cual es un químico que olía horrible.

SOLO UN JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora