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Estoy en la biblioteca, tecleando temas en mi computadora y amargándome porque ninguno me gusta.
Levanto la mirada a la entrada de la biblioteca cuando escucho un alboroto. Mi humor empeora cuando veo al culpable de dicho escándalo, aunque él no le presta atención a quienes lo causan, mencionándolo o señalándolo.
La encargada de esta zona, que es algo viejita, pide silencio. Colin la mira con su habitual gesto serio y ella se calla, ruborizada. Él vuelve la mirada al frente y acelera el paso cuando me ve, aunque sin perder su seguridad y elegancia.
Sí, Colin es elegante y muy atractivo...
‹‹No lo digas››, me regaño.
—Vecina —Coge la silla pesada que estaba del otro lado y la alza con un solo brazo sin dificultad, colocándola muy, muy pegada a la mía—. Todavía pienso en vengarme. Lo menciono solo por si acaso.
Lo miro a los ojos cuando se sienta y él hace lo mismo conmigo.
—Odioso —Sigue mirándome y, en un segundo, observo que detalla todo mi rostro, cada parte.
—¿Estás gruñona? —Ladea la cabeza y entrecierro los ojos, amenazante.
Levanto el dedo y lo señalo, a punto de decirle otro insulto, pero él levanta el suyo y toma el mío, sonriendo solo un poco y haciéndome suspirar con fuerza.
—No encuentro ningún tema interesante y tampoco se me ocurre alguno para el trabajo —confieso y, de reojo, noto que sigue sosteniendo mi dedo mientras me mira.
—Yo tengo algo —dice y mira solo un segundo la pantalla de mi computadora, luego de nuevo a mí—. Pero te lo diré cuando quites esa cara.
—¿Qué cara?
Sigue sosteniendo mi dedo.
—Esa que tienes —Me mira a los ojos y parpadeo, reaccionando y dándome cuenta de que, al mencionar que no tenía ningún tema interesante, lo había hecho con un leve puchero de tristeza.
Dejo de hacer el gesto enseguida y me recompongo, moviendo mi dedo para que lo suelte y eso hace, mirándolo como si hasta ahora fuera consciente de que me lo había estado sosteniendo.
—¿Era una cara fea? —pregunto con diversión para matar el momento incómodo.
Niega con mucha seriedad.
—Para nada —responde.
Y nos miramos a los ojos. Los segundos e incluso minutos pasan, y abro la boca para decir algo, pero la cierro de golpe y después arrugo la nariz, sonriendo sin razón alguna y señalándolo con una mano.
—Háblame de tu idea —pido.
Apoya el codo en la mesa y el mentón en su mano, mirándome de nuevo y ahora con un toque de diversión, algo que me resulta contagioso.
—Sexo —dice, y yo dejo de reír enseguida.
—¿Es una broma?
Y no sé qué cara he de tener, porque Colin sonríe enseñándome sus dientes, aunque deja de hacerlo muy rápido.
—Estoy esperando a que me digas que es una broma.
—No es una broma —Se recompone y corre el cuerpo, acercándose más para mirarme más de cerca. Aunque, incluso estando sentado, yo tengo que levantar la cara para poder verlo porque es muy alto.
—Colin, eso sería...
—¿Incómodo?
—Incómodo —repito, asintiendo—. No quiero preguntarles a desconocidos sobre su vida íntima. Es... es raro —Hago una mueca y él sonríe viéndola; aunque, de nuevo, la sonrisa no dura mucho.
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SOLO UN JUEGO
RomanceLa llegada de Kiera al primer año universitario fue todo lo que ella había soñado, pero nunca imaginó que su mundo se complicaría tanto al conocer a Colin, el apuesto y popular capitán del equipo de fútbol americano de la universidad: odioso, extrem...