Sigrid estaba sorprendida, observaba esos hermosos seres enfrente de ella, era como si estuviera viendo personajes sacados de algún libro de fantasía épica, aquellos individuos destilaban cierta divinidad, no al nivel de la diosa, pero la azabache sentía aquella superioridad.
—Mi señora Vanadis, tenemos siglos sin saber de usted, ¿Qué la trae al Midgard? —decía uno de los presentes, alto, con facciones muy finas, cabello dorado como los rayos del sol y unos ojos verdes penetrantes, que te hacían recordar las hojas en primavera.
—Völundr, esa es la misma pregunta que puedo hacer para ustedes, desde que aparecí en este mundo pude sentir su esencia vital, algo que se me hizo un poco raro, siendo que a vuestra raza no le gusta estar lejos de su mundo, Alfheim.
Los elfos se veían el uno al otro, entendían la preocupación de la diosa en esos momentos, y no era de más tenerla, haber sido convocada en una época tan problemática como la actual sacaría incluso a las deidades de su tranquilidad.
—Son asuntos que fueron traídos a nosotros por parte de muchas de las esencias del Midgard, el mundo está siendo atacado por los mismos humanos y todo el daño que le están haciendo jamás lo había visto en otro plano, ¡son despiadados! —señalaba otro elfo de cabellera azabache con una mirada plateada muy severa, sus facciones eran duras, se notaba que había conocido la guerra, no apartaba su vista de Sigrid, la observaba con cierto rencor y odio.
— Olaf Geirstad-Alf, tú que en algún momento fuiste humano y te ascendieron a ser un elfo, noto tu odio hacia los de tu antigua especie. —La voz de Freyja era cautelosa al referirse al personaje.
—¿Cómo no odiar a la gente que le dio la espalda a las antiguas tradiciones y a los dioses? Ellos están desaprovechando el gran regalo que les hizo el All-Fadr al haber matado al gigante Ymir con sus hermanos Vili y Ve, él les obsequio el mundo más hermoso de todo el Ysggadril, creado a partir del titan de hielo primigenio. Ahora por su descuido, está enfermo...y ¡a nadie le importa!
Lo último salía como un grito, la frustración del elfo era palpable en el ambiente, sus puños estaban cerrados y un aura azul se manifestaba en su cuerpo.
Sigrid sentía como dicha energía pareciese que curara cualquier dolor de su corazón, pero a la vez la asustaba, el visaje del elfo estaba contorsionado en una mueca entre el dolor y la tristeza.
—¡A mi si me importa!
Su voz había salido antes de que pudiera detenerla, sentía que la valentía se apoderaba de ella, sosteniéndole la mirada a Olaf.
—¿Y quién es esta humana que ha osado hablar enfrente de una diosa y los elfos? —Era la voz iracunda de Völundr quien se acercaba hacia ella para castigarla, sin embargo, era detenido por la figura de la diosa de la guerra parándose enfrente de la jovencita, con su mano estirada hacia el alfr, quien fruncia el ceño un poco disgustado.
—Mi señora ¿Por qué defiende a esta humana?
—Ella está igual de preocupada que ustedes por todo lo que pasa en el Midgard, Sigrid es de las personas que se está enfrentando a los enemigos de lo natural y de las antiguas tradiciones...y es mi protegida ¿Dudo que quieras ir uno a uno contra mí? Incluso los cuatro juntos no podrían derrotarme, así que tranquilízate, no todos los midgardianos son malos.
—¡Pero es su culpa que hoy en día este enfermo este mundo! —mencionaba Olaf.
—No, no todos los humanos ocasionaron esto y eso lo deben de entender, ¿o es que ya olvidaron como en el Álfablot ellos siempre os veneraron como si de dioses se tratasen? Los humanos fueron agradecidos con ustedes, no pueden odiarlos...muchos de su raza antes fueron parte de esa especie, elevados para vivir en Alfheim por sus grandes hazañas o incluso algunos aún sirven a mi hermano Freyr, como tu Byggvir o tu Beyla.
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A través del mito l: La Bendición de Freyja
FantasySigrid es una chica de veinticinco años, recién graduada de la universidad de Oslo como veterinaria, ama a los animales y la cultura de sus antepasados, las antiguas deidades nórdicas y germanas. Está por entrar en la más grande batalla de su vida...