El temblor puso en alerta a Freyja y a Sigrid, no eran muy comunes esos fenómenos en Noruega, a menos que fuese algo externo a lo natural, y es lo que más temían en esos momentos.
La diosa sentía una energía familiar, pero no lograba discernir de donde la conocía, sin embargo, la ponía muy intranquila, sabía que algo no estaba bien, más cuando sentían el calor aumentar de la nada.
—¿Qué está pasando mi señora? —Sigrid volteaba a ver a la deidad quien fruncia el ceño.
—No lo sé pequeña.
Era cuando un brillo naranja y rojo salía de las afueras de la ciudad, un tornado de fuego que se manifestaba haciendo que la diosa abriera los ojos de manera sorprendida.
—¿Qué hay ahí? —cuestionaba mientras que manejaba a gran velocidad hacia la dirección del tornado, el cual desaparecía.
—No sé, jamás hemos ido para allá, siempre está cerrado al público, pero por lo que sabemos es una gran mansión, no se quienes sean sus dueños. —comentaba la pelinegra.
En dicho momento sonaba su celular y veía que era Leif, le contestaba y lo ponía en altavoz.
—¿Qué paso Leif? —Sigrid preguntaba un poco acelerada.
—Chicas, ¿han sabido algo de Helga? Estábamos cenando y yo me tuve que ir a mi casa por mi madre y ella se fue sola, pero tengo cuatro horas sin saber de ella y no me ha contestado las llamadas ni mensajes. —La voz del chico estaba angustiada, —aparte el tornado de fuego que acaba de aparecer me pone intranquilo.
—¿También lo viste? —cuestionaba Freyja quien ya se estaba acercando más al destino.
—¿Bromeas Freyja? ¡Si hay alguien en Noruega que no haya visto ese torbellino es porque está ciego!
—No he sabido nada de Helga, podemos pedirle a Bygul y a Trjegul que la salgan a buscar ¿Cómo ves? —señalaba Sigrid.
—También lo haré yo, paso por ellos a la asociación. —Sin más colgaba y dejaba en silencio a las dos chicas quienes estaban preocupadas por lo que estaba pasando.
—Helga no es de desaparecer de la nada, es muy responsable y si le dijo a Leif que se iba a ir a la casa, ella lo hizo, —se tocaba el pecho, sentía como si se lo estuvieran apachurrando. —Tengo un mal presentimiento.
—Todo estará bien pequeña, no te preocupes, jamás dejaré que los lastimen. —Freyja tomaba la mano de la chica apretándola de manera ligera.
Llegaban al recinto, viendo la mansión con los símbolos del gigante en llamas, el cual era reconocido por la deidad de manera automática.
—Surtr ¡No puede ser! Estos locos... —La veterinaria notaba la preocupación en la voz de la diosa, y si ella mostraba eso es por qué algo malo estaba pasando.
—¿Quién es el? —preguntaba Sigrid intentando hacer memoria de su conocimiento de las antiguas historias, sabía que había leído ese nombre en algún lado.
—Es el más grande enemigo de mi hermano Freyr, aquel que le dará muerte, un gigante de fuego. Es una fuerza primigenia, que existe desde antes que incluso los dioses...es muy peligroso y si aparece en Midgard tendremos muchos problemas. —Freyja intentaba mantenerse calmada
Sigrid sólo tragaba saliva.
Las chicas bajaban del carro y se acercaban sigilosamente hacia la entrada donde veían que había dos guardias hablando entre ellos.
—La mujer que trajeron, la mataron... ¡no pensé que lo hicieran! —La voz del sujeto estaba intranquila.
—No sé qué se traigan entre manos, pero esa cosa...que salió de ese lugar...me dio mucho miedo...era como si me secaran...me sentía deshidratado, que me quemaba. —la mirada del guardia mostraba preocupación, movía sus ojos de un lado a otro.
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A través del mito l: La Bendición de Freyja
FantasySigrid es una chica de veinticinco años, recién graduada de la universidad de Oslo como veterinaria, ama a los animales y la cultura de sus antepasados, las antiguas deidades nórdicas y germanas. Está por entrar en la más grande batalla de su vida...