El inicio del crepúsculo.

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La sonrisa de Loki era amplia, observaba a los dioses Vanir, regocijándose ante la clara confusión de ambos, sabía que los había tomado desprevenidos.

—Parece que están viendo un Draugr. ¿No les emociona verme? —decía de manera satírica el Jöuton.

—Tú no deberías estar aquí, ¡estabas encadenado a una piedra por lo de Baldr! —exclamaba Freyr.

—Tú lo has dicho, estaba, afortunadamente cuando el imbécil de Surtr atravesó el portal a Midgard, creo un terremoto tan poderoso que me liberó de las cadenas —comentaba el pelirrojo, mientras que bajaba de la cúpula flotando lentamente hacia el suelo.

Esto hacía que tanto Freyr como Freyja tomaran posiciones de combate para defenderse en caso de que la deidad de las mentiras decidiera atacar.

—Pero eso es imposible, ¡el temblor fue muy ligero acá! —tartamudeaba la diosa de la guerra.

—¿Imposible? No del todo, digo las Nornas jamás se han equivocado cuando dan algún tipo de profecía, eso lo saben, bueno tal vez sí, en la manera que se dará el fin del mundo, —el dios del engaño los veía, el caos se notaba en sus ojos, y se sentía un gran frío al estar cerca de él. — El terremoto fue muy fuerte en los otros mundos del Yggdrasil.

Los Vanir no le quitaban la vista de encima al pelirrojo, quien solo caminaba de un lado al otro mientras les contestaba las preguntas o les relataba algo.

—¿A qué te refieres con ello Loki? —cuestionaba Freyja acercándose un poco al señor de las mentiras.

—¡La idea de ir al Vigrídr es un poco molesta! Aparte ahí no habrá el mismo nivel de catástrofe que habría aquí en el Midgard, ¿pueden imaginarlo? Todos esos humanos muriendo mientras que nosotros combatimos por nuestros destinos ¿emocionante no lo creen? —reía de manera maquiavélica con sus ojos hechos un caos, cambiando entre varios colores o entre mezclándose en diversas formas, ya sea de halcón, serpiente o lobo.

—¡El padre de todo no lo permitirá! —exclamaba Freyr —Sabes que él buscará no afectar a los humanos si se puede.

—¿Ese viejo decrépito y traicionero? ¡Él no podrá hacer nada para detener lo que viene! —rugía el jöuton, quien perdía un momento la compostura y su piel se tornaba azulada, dejando salir un aliento de hielo que congelaba la calle y parte de un edificio.

—Parece que sigues resentido por lo que tú mismo ocasionaste, —señalaba Freyja. —¡Sigues siendo el llorón que hace las cosas y espera jamás ser castigado!

—Tú jamás entenderás el dolor por el que me hizo pasar Odín, siempre fuiste tratada como una princesa en Asgard a pesar de ser una Vanir. —señalaba Loki con cierto resentimiento en su voz

—Pero si entiendo el dolor por el que tú me hiciste pasar. —musitaba la deidad de la guerra, su voz era apagada, su corazón le dolía recordando todo lo que le había hecho pasar aquel dios de la mentira.

Freyr entendía todo el resentimiento que tenía su hermana hacia Loki, cada cosa que ese gigante de la escarcha le había ocasionado no tenía perdón; de hecho, estaba muy sorprendido que se estuviera controlado mucho Freyja y no hubiese iniciado una batalla contra él.

Loki se quedaba callado, si bien sabía que muchas de las cosas que él había hecho al inicio de su interacción con los dioses no habían sido con una mala intención más que divertirse, no podía dejar de lado que todo lo que le ocasiono a Freyja había sido muchas veces cruel.

—¡Tú fuiste la zorra que se acostaba con todo mundo! No me imagino que pensará tu nueva mascota humana de saber que ese collar que le diste se te dio sólo porque le abriste de piernas a cuatro enanos. —Inyectaba veneno en sus palabras Loki, se notaba su furia al dirigirse a Freyja.

A través del mito l: La Bendición de FreyjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora