Eco de la eternida.

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—¡Sigrid, tenemos que apurarnos para llegar a la protesta!

Era la voz de su mejor amiga, Helga quien la estaba esperando en la sala de su pequeño departamento en el centro de Oslo. Eran compañeras de cuarto, las dos corrían con los gastos de la vivienda y lo habían hecho desde que estudiaron la carrera juntas.

Sigrid era médica veterinaria, recién graduada hace un año de la de la Universidad de Oslo, siendo titulada con excelencia, por sus calificaciones y dedicación que tuvo durante el servicio social en diversas granjas aledañas a la metrópoli noruega.

A través del espejo, se reflejaba una chica de cabello negro, amarrado en una cola de caballo, sus ojos azules penetrantes como una gélida ventisca escandinava, una nariz respingada junto con una boca delgada terminaban de adornar su rostro.

Se daba la vuelta para mover su esbelta figura de mediana estatura hacia su armario donde tomaba una chaqueta azul, colocándosela, para posteriormente sentarse en su cama y amarrarse las botas de nieve que traía.

Tomaba sus llaves y un gorro beanie azul, saliendo de su cuarto muy apresurada, encontrándose en la sala con su amiga de cabellera castaña y ojos marrones quien ya se veía un poco impaciente.

—¡Disculpa amiga! Me quede dormida, ayer tuve guardia en el refugio y llegue a las dos de la mañana. —Su voz era cálida, mientras que Helga solo le sonreía, entendiendo que muchas veces la vida de su amiga no estaba del todo en sus manos, ella estaba muy adentrada en la protección de los animales y reservas naturales del estado, algo en lo que la apoyaba, siendo que se había graduado como ingeniera ambiental al mismo tiempo que su amiga veterinaria.

Y más ahora ya que la compañía Grommson's y Asociados buscaba comprar y demoler cinco de ellos para construir más centros comerciales, algo que sin duda sería un gran golpe para la naturaleza, no se lo podían permitir de ninguna manera.

—No te preocupes Sig, pero vamos, Leif ya estaba esperándonos abajo.

Ese chico era el novio de su amiga, Helga, llevaba alrededor de dos años saliendo con él, ya tenían planes para una boda, pero esperaban el momento adecuado para ello, no querían apresurar su relación, estaban muy bien actualmente, se querían y él siempre apoyaba a ambas en sus protestas en contra de la compañía Grommson.

—Le voy a deber un capuchino. —Se sonrojaba Sigrid mientras salían del departamento y llegaban a las afueras del edificio donde un chico castaño de ojos verdes y sonrisa de niño las estaba esperando recargado en la puerta de un Jetta, al verlas, alzaba su mano saludándolas con una jovial sonrisa.

—¿Todo listo chicas?

Se acercaba a saludar a su pareja con un tierno beso en los labios de la castaña para posteriormente voltearse y abrazar a su mejor amiga de manera fraternal.

—¡Si! ¿Qué te han dicho los demás? —Cuestionaba Helga subiéndose a la parte del copiloto y Sigrid al asiento trasero.

—Parece ser que vamos bien, el abogado que nos está ayudando, Anderssen, se sentó a hablar con los directivos de Grommson y parece que llegaron a un acuerdo, sólo falta la resolución de todo.

Los tres formaban parte de un refugio y asociación sin fines de lucro en protección de la naturaleza y animales llamado "El cobijo de Bygul" en honor a uno de los gatos que jalaban la carroza dorada de la antigua diosa de la guerra, fertilidad y amor escandinava, Freyja. Ellos se dedicaban a salvar animales en situación de calle y proteger parques y lugares ecológicos.

—¡Excelente! Con ese abogado de nuestro lado todo será mucho más fácil, esa compañía siempre busca destruir todo lo natural, como si le molestará. —Comentaba Sigrid.

A través del mito l: La Bendición de FreyjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora