3. Primer Día

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Bakugou

Me despierto al sentir la cama hundirse. Parpadeo confuso, adaptando mi vista a la luz.

¿Dónde estoy?

De repente todos los recuerdos del día anterior me llegan de golpe.

Es verdad, el secuestro…

Me habían secuestrado unos villanos y me habían traído a su guarida.

—Buenos días, Bakugou.

Me sobresalto al escuchar una voz. Me giro, observando al peliverde frente a mi.

—Tu… —frunzo el ceño.

—¿Cómo has dormido?—sonríe.

Lo ignoro, levantándome de la cama y dirigiéndome al baño. Lo escucho reír antes de cerrar la puerta.

Gruño.

Ese imbécil.

Hago mis necesidades y cuando termino salgo del baño. Gruño al verlo aún en la habitación.

—¿Qué haces aún aquí?

—He venido a por ti, para que vayamos a desayunar.

¿Ir a desayunar? ¿Con él? ¿Quién se creía que era? ¿Se pensaba que me creería de verdad su maldita amabilidad o que?

—Pues ya te puedes ir por donde has venido, no tengo hambre —zanjó serio, sentándome en la cama.

—Pero, tienes que comer algo.

—¡He dicho que no! ¡No quiero ir a ningún sitio contigo! — grito muy molesto.

Lo escucho suspirar.

—Iba a hacerlo de manera amable, pero veo que no me dejas elección.

Se levanta, acercándose a mi. Frunzo el ceño, alejándome de él. Veo como libera mi pie de la cadena.

—¿Qué estás…? — vuelve a agarrarme entre sus brazos y a colocarme sobre su hombro. —¡¿Qué mierda haces?! ¡Suéltame ahora mismo, desgraciado!

Estaba intentando liberarme de él cuando me sobresalto al sentir un golpe en mi trasero.

Me tenso.

¡¿Me acaba de golpear en el trasero?!

Lo que me sorprendía realmente no había sido eso, sino que tras sentir el golpe mis mejillas se calentaron.

¡¿Por qué mierda me sonrojo?!

Este desgraciado acaba de golpearme.

¡Acabaré con él!

Al llegar me baja, colocándome sobre la silla.

Iba a empezar a gritar cuando cierro la boca de golpe al ver la escena ante mis ojos.

Junto a la encimera de la cocina había un hombre, comiendo algo. Hasta ahí todo normal, lo que me extraño fue lo siguiente.

—Oye— musita Deku en tono serio. El chico levanta la cabeza y lo mira. Al darse cuenta de su presencia se endereza, asustado.

—¿Si, señor?

—Retírate— ordena en tono serio y frío.

—Si, señor— se va, dejándonos solos.

Lo que me extrañaba de todo esto era…

—Bueno, ¿Qué te apetece desayunar? —pregunta mientras me sonríe.

Todo por ti {Dekubaku}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora