4. Conociéndote

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Bakugou

Días después

Me despierto sobresaltado al escuchar un fuerte golpe.

Venía de fuera de la habitación.

¿Había pasado algo?

Salgo de la habitación y me dirijo al salón.

Al llegar veo como Deku tenía agarrado del cuello a uno de sus subordinados mientras lo miraba con furia. No podía escuchar lo que decía debido a lo bajo que hablaba. Lo único que podía ver era el miedo en los ojos de esa persona.

Iba a intervenir cuando me tropiezo, cayendo al suelo y golpeándome la cabeza.

—Mierda—me quejo, acariciando la zona golpeada.

—¡Kacchan! — de pronto tenía a Deku agachado frente a mi, mirándome preocupado.

No sabía porqué pero al mirarme así ocasionó que mis mejillas se colorearan.

—¿Qué pasa? —pregunto, apartando la mirada.

—¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?

—Si, estoy bien.

—Me alegro—sonríe—. Venga, vamos a desayunar.

Se levanta, extendiendo una mano hacia mí para ayudarme a levantarme. Lo ignoro, levantándome y dirigiéndome a la cocina.

Me siento, viéndolo entrar y empezar a preparar el desayuno.

No sabía porque pero ya no me sentía de la misma forma que el primer día que llegué aquí.

El primer día me sentía furioso, inseguro, incómodo y encerrado. Ahora en cambio me sentía cómodo, ya no me sentía encerrado a pesar de estar aquí metido todo el tiempo y también me sentía bastante seguro. Ya no sentía esa inquietud del principio ni sentía que me matarían en cualquier momento.

¿Por qué mierda me sentía así?

Debería estar furioso por tenerme aquí secuestrado y deseando salir de aquí, pero en vez de eso cada vez que me iba a dormir en lo primero que pensaba era en…

—Aquí tienes.

Vuelvo a la realidad al escuchar su voz. Abro los ojos encontrándome con su cara a centímetros de la mía.

—¿Qué coño haces? —frunzo el ceño.

—El desayuno está listo— sonríe.

Bajo la mirada. Efectivamente en la mesa había un plato de tortitas con sirope de chocolate y un café.

—Gracias—murmuró antes de empezar a desayunar.

Me sonríe, sentándose frente a mi y empezando a desayunar.

Siendo sincero yo no era muy fan de la comida dulce, era más de comida picante, pero no podía evitar admitir lo buenas que estaban las tortitas que había echo Deku. Eran las mejores tortitas que había comido nunca.

Otra cosa que era distinta del primer día era que ahora tenía libertad de poder moverme por la casa como yo quisiera. Los primeros días me los pasaba encerrado en la habitación, atado a una cadena.

No sabía porqué había cambiado eso, pero no me iba a quejar de ello.

Al terminar de desayunar iba a irme de vuelta a la habitación cuando su voz me detiene.

—Kacchan.

—¿Qué quieres?

—¿Quieres ver una película conmigo?

Todo por ti {Dekubaku}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora