CAP 17: Phoebe y Gerald

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Después de la conversación con la Dra. Bliss, Helga salió del consultorio y empezó a caminar, no quería llegar aún a casa, así que solo se limitó a deambular por las calles, para estar al contacto con el viento, porque pensaba que de esa manera, la ventada podría llevarse de sí misma, todo lo que sentía, mientras caminaba algunas gotas de profundo dolor, empezaron a bañar su rostro; la oscuridad de la noche, se había convertido en su aliada, ya que se había transformado en un velo perfecto, que arropada su frío semblante y que no dejaba ver a otros, lo que era tan manifiesto, para ella.

Después de varias horas de caminata, al fin decidió tomar un taxi para poder llegar a casa.

Rato después...

-Helga ¿Dónde estabas?...te estuve buscando por todas partes – habló con desesperación un joven rubio, quien estaba parado a la entrada del edificio, en donde vivía la ojiazul

-Si Helga...¿te has dado cuenta, de la hora que es? – gritó enojada, la oriental

-¿Qué? – dijo confundida y mirando con sorpresa, su reloj de mano

-Así es Helga, es casi la una de mañana...estuve muy preocupada por ti – habló nuevamente Phoebe – Arnold y Gerald – dijo este último nombre con inquietud – me ayudaron a buscarte y al no hallarte, íbamos a ir a la policía

-Pues ya estoy aquí, solo me fui a caminar un poco y no me percaté de la hora – trató de explicar con serenidad, aunque le resultaba imposible, ya que la presencia de Arnold la ponía inquieta

-Por lo menos debiste avisar Helga, realmente estuvimos muy preocupados por ti – dijo Arnold, mirándola con muchas ganas de estrecharla entre sus brazos

-Pues estoy bien – habló con formalidad y frialdad – Phoebe, no debiste llamar a Arnold, tal vez habrás interrumpido algo importante para él – manifestó sin esconder el ardor en su corazón

-No te entiendo Helga – dijo la oriental con desconcierto

-Tal vez – respondió la rubia – tú no me entiendas Phoebs, pero estoy segura que tanto Arnold como Gerald, me entienden muy bien

-Pues no – refutó el hombre moreno, algo desorientado – yo tampoco entiendo, Helga

-¿Ah no? – rebatió con incredulidad, la ojiazul y mirando a Arnold, siguió hablando – entonces, eso quiere decir que ¿no les has contado a nadie que tienes una amante?

-¿Qué? – levantó la voz con fastidio, el ojiverde – ¿otra vez con lo mismo?...te he dicho que yo no tengo ninguna amante...¿lo entiendes?

-No me interesa – dijo, tratando de mostrar indiferencia – me voy, porque mañana tengo un evento en la escuela de mi hija

-Tenemos – aclaró el hombre rubio – y mañana vendré temprano, para recogerlas

-¿Qué?...no es necesario – dijo Helga – además no quiero que lo hagas

-Simplemente lo haré – dijo cansado de discutir – hasta mañana – se despidió y se fue hacia su auto a esperar a Gerald

La mujer de ojos azules, no objetó y se dio media vuelta, para entrar a su edificio, al final en plena calle, solo habían quedado Gerald y Phoebe, ambos se encontraban con los nervios a flor de piel y ninguno se atrevía a hablar, el silencio que reinaba en el lugar, no lograba acallar, los latidos del corazón de ambos.

La oriental, con la decepción abrazándola, decidió hacer lo mismo que su mejor amiga e irse del lugar, pero cuando estuvo a punto de dar su primer paso, alguien la jaló de la mano

-Phoebe...yo – tartamudeó el moreno – tal vez, te parezca extraño, esto – dijo, alzando la mano que tenía atrapada la mano de ella – ...pero, no puedo seguir un día más sin decirte lo mucho que te extraño y lo mucho que te necesito a mi lado...quizá en el pasado tuvimos diferencias y por el orgullo de ambos, no pudimos disipar a tiempo los malos entendidos, sé que yo tengo gran parte de culpa, es por eso que no quiero seguir enmudeciendo ante la confesión que debí hacerte desde el primer día en que volví a verte...Phoebe, yo...yo te amo y espero que puedas perdonarme

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