CAP 20: Malos entendidos

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Sábado por la mañana

-Buenos días Helga – saludó la oriental con una sonrisa, que se le esfumó tan pronto vio el rostro de su amiga – ¿Qué pasó?...traes unas terribles ojeras

-Debe ser, porque no dormí en toda la noche – decía, mientras bebía un café bien cargado

-¿Hablaste con Arnold?

-No, lo llamé muchas veces y nunca respondió – decía con tristeza

-¿Se habrá quedado profundamente dormido? – especulaba la oriental

-O tal vez, no quería contestar, porque está molesto conmigo – hablaba con la cabeza gacha

-Puede ser, pero todo eso se le pasará hoy, cuando le digas que lo amas y que estás dispuesta a darle una oportunidad – sonreía – porque eso le dirás ¿verdad?

-No sé...no lo sé

-¿Por qué?

-Es que, no sé...pero, creo que él ya se mentalizó que nos vamos a divorciar, porque parece que piensa darse una oportunidad con esa mujer

-¿Cuál mujer? ¿Julieta?

-Sí, con ella

-Pues, no lo vas a saber, hasta que él mismo te lo diga...inténtalo

-Es que, tengo miedo Phoebs...en el pasado, él me rechazó tantas veces y si lo vuelve a hacer, siento que todos mis miedos aparecerían, con más fuerza

-Helga, ya es tiempo que olvides el pasado, ya suéltalo...Helga, por favor – le decía, mirándola a los ojos

Helga solo suspiró y no dijo nada

-Dime – habló la oriental – ¿a qué hora es la cita con la doctora Bliss?

-A las diez de la mañana – respondió con desgano – ¿por qué?

-Bien, entonces aún tenemos suficiente tiempo

-¿Tiempo?...¿para qué? – preguntó con confusión

-Pues, para que te pongas hermosa, bueno más de lo que ya eres...y para que Arnold se quede con la boca abierta – le sonreía – ánimo amiga, solo deja que hable tu corazón

...

Eran cerca de las diez de la mañana y un rubio despertó con un fuerte dolor de cabeza, se sentó en el borde de la cama y vio, una billetera de color femenino, tirada en el piso, lo levantó y se dio cuenta que era de Julieta, fue entonces que recordó lo que había sucedido la noche anterior y un sentimiento de remordimiento invadió su ser, se levantó para poder alistarse y llegar a la reunión que tenía con la doctora Bliss y con Helga.

Minutos después el joven ya se encontraba listo para salir y cuando se dispuso a hacerlo, alguien le habló

-¿Arnold?...¿a dónde vas? – la voz de aquella mujer, retumbó en la conciencia del hombre e hizo que se sienta peor, de lo que ya se sentía

El ojiverde se dio la vuelta y vio que Julieta, salía de la cocina con un vaso en la mano, ella llevaba puesta una de sus camisas

-Julieta...¿qué haces aquí?...se supone que te irías a primera hora – habló el rubio, con enojo e incomodidad

-No quería irme sin despedirme de ti – le sonrió y le miraba seductoramente

-Bueno, entonces adiós y espero que cuando llegue, tú ya no estés aquí – le dio una dura mirada y luego salió de su departamento

....

Media hora después, en las oficinas de la doctora Bliss

-¿Cómo has estado Helga?

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