La historia cuenta sobre como Areum, tiene un amor platónico con su vecino desde que son pequeños y él cuál por azares de la vida termina siendo su profesor.
¿Acaso ese inocente amor podrá sobrepasar las líneas que ella misma a trazado en su mente...
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— Señorita Areum, ¿Puede explicarme por qué su comportamiento inadecuado en la escuela? — Me reclama furioso.
— Espera, ¿Como me llamaste? ¿Señorita Areum? ¿Desde cuándo me llamas así? — Cuestionó obviando completamente todo lo demás.
— Debí tratarte así desde un principio, pero aún estoy a tiempo y por eso lo hago ahora. — Responde colocando ambas manos sobre su escritorio, viéndose de cierta forma superior e imponente.
— ¿Debiste? ¿Acaso te arrepientes? — Cuestionó sintiendo como las lágrimas amenazan con salir — ¿Te doy vergüenza? — Cuestionó rompiendo en llanto.
Se da la vuelta, dándome completamente la espalda. Su espalda sube y baja con rapidez, mientras su respiración suena acelerada. Yo por mi parte, solo mordía mis labios evitando seguir llorando, pero me era imposible.
— Areum, ¿Por qué estabas sola con él en ese lugar? — Cuestiona evitando por completo mi pregunta, girando lentamente y masajeando su cien.
— ¿De que te preocupas? Parece que no me conoces... ¿Acaso no iba todos los días a tu casa, estando completamente solos? — Suelto una risa llena de rabia y dolor — Dime... ¿Llegó a suceder algo entre nosotros? — Cuestionó al borde del colapso.
— Por favor, Areum deja de hablar de eso. Eso es algo imposible, entre nosotros nunca... Jamás podría desarrollarse ese tipo de relación. — Habla, cerrando sus ojos cansado de dejar en claro aquello.
— ¡¿Por qué?! ¡¿Dime por qué?! ¿Acaso no te gusto? ¡Dilo de una vez! — Grito, levantándome de golpe de la silla y golpeando la mesa con mis manos, sorprendiendolo por mí actitud.
— ¡Mierda...! ¡Claro que me gustas... Me gustas demasiado! — Exclama frustrado con él mismo — Más de lo que debería gustarme una persona. — Agrega, suavizando su voz — Me estás enloqueciendo, no puedo dejar de pensar ni un solo segundo en ti. En tu sonrisa, en tu voz, en como se mueve tu cabello al caminar, en tus gestos y expresiones tan graciosas... En todo de ti — Suelta aquellas palabras con desespero — Y me muero de celos de tan solo pensar que alguien más se dé cuenta de todos los encantos que posees en ese pequeño cuerpo — Revuelve su cabello, molesto — Pero... ¡Demonios! Entre nosotros no puede existir nada. Yo soy solo tu profesor y tu mi estudiante. Estos sentimientos... Debemos olvidarlos, Aerum... No podemos — Explica, sintiéndose inútil.
Y solo esas palabras me bastaron para saltar sobre él y atrapar sus labios con los míos. Sintiéndome parte de aquellos doramas que tanto ví.
Lo beso, lo beso con desespero a pesar de ser tan torpe en ello. Era mi primera vez besando ha alguien y no me arrepentía en lo absoluto que fuera él. Kim Namjoon, mi vecino quien por tanto tiempo admire y soñe tener a mi lado, el cual se convirtió en mi profesor.
Que se vaya a la mierda la diferencia de edad entre nosotros o las jerarquías que nos dividian.
— Soy tan torpe en esto... — Murmuró sobre sus labios, sintiéndome insuficiente. Separándome por la falta de aire.
— Tu mayor encantó es tu torpeza — Confiesa, mirandome directamente a los ojos y sujetando con fuerza mi cintura.
Me levanta con facilidad, haciendo que me siente sobre la mesa para poder besarme con mejor comodidad.
— Solo sigue mis labios. — Explica y ahora es él quien me besa.
Paso mis manos sobre su cuello e inconscientemente empiezo a jugar con algunos mechones de su cabello. Pero nuevamente al sentir la falta de aire me separó. escuchar nuestras respiraciones agitadas era como escuchar música. Quizás el saber que nuestra relación era prohibida lo hacía aún más emocionante. Al separarnos lo abrazo, la abrazo con tanta fuerza... Deseando jamás alejarme de su lado.
— Aerum, esto que estamos haciendo no está bien... Se está saliendo todo de control. Nosotros no podemos, simplemente no podemos volver a hacer esto. — Dice histérico.
Sus palabras son un golpe para mí, lo empujo y antes de salir me volteo.
— Si eso es lo que quieres, lo haré. No te preocupes, no pondre tu carrera en riesgo. Me olvidaré por completo de todo, incluso hasta de tu nombre. Pero solo una cosa te voy a advertir, espero no te arrepientas jamás de esto. Profesor. — Y sin dar vuelta atrás y ahora más que nunca decidida de mi decisión, tomo el pomo de la puerta con fuerza y salgo de allí. Dejando en esa habitación todos mis recuerdos con él.
