Camila pov
Me miro al espejo, sonrío por lo que veo. Me siento muy feliz y orgullosa de la joven mujer en la que me he convertido. Tengo veinte años, recién lo cumplí. Mi familia es religiosa, desde pequeña me inculcaron todo acerca de esa religión, el catolicismo. Como en muchos casos pasa, los padres prácticamente obligan a los hijos a pertenecer a la religión que ellos pertenecen, pero en mi caso no pasó así. Lo hice por voluntad propia a pesar de que solo era una niña.
Desde entonces he seguido todos los mandamientos al pie de la letra, si, por difícil que parezca. Se puede decir a ciencia cierta que nunca he pecado. Me tomé tan en serio la religión, lo que dice la biblia y los mandamientos. La conexión que tengo con Dios es especial, es lo que me ha mantenido tan pura hasta ahora.
Hay un último paso que me falta por dar para poder entregar mi vida a Dios para siempre, esperé desde niña para poder lograrlo; integrarme a un convento, ser la esposa de Jesús, servirle a Dios por completo.
Pero desde hace una semana, hay algo que por las noches me atormenta...
Bajé a la sala donde estaban mis padres, ellos estaban compartiendo un café mientras conversaban entre sonrisas y al lado de ellos está la biblia abierta, lo que significa que la estaban leyendo.
-Hola, interrumpo?- Sonreí cuando ellos voltearon a verme.
Al instante negaron, alegando que podía sentarme junto a ellos.
-Hoy estás más linda que nunca hija- Mi padre, aquel hombre de pelo canoso, barba abundante y de gran estatura me sonrió para luego besarme en la mejilla.
-Es cierto lo que dice tu padre hija, a qué se debe la ocasión?- Mi madre quien era una mujer elegante, simpática y siempre tan alegre también me sonrió.
Me encogí de hombros y me miré.
-Pero si yo estoy normal- Solté una risita. -Me veo muy normal-
Les sonreí a ambos con emoción.
-Hay algo que les quiero comentar-
Ellos asintieron con atención en señal de que continuara.
-Voy a ser monja, saben que por muchos años esperé eso y ya estoy preparada para eso-
Mis padres sonrieron con entusiasmo y me envolvieron en un abrazo.
-No sabes cuánto nos alegra escuchar eso, estamos tan orgullosos de ti- Dice mi padre con sus ojos borrosos de las lágrimas.
-Hija- Mi madre me toma de la mejilla. -Estoy segura que Dios está muy contento y satisfecho de la joven mujer en la que te has convertido. Pero ahora más que nunca es que debes ser fuerte, el diablo no descansa hasta tener otra alma en el infierno. Una chica tan pura y sana como tú no debe fiarse del todo, resiste toda tentación maligna que sepas que no sea del agrado de Dios, haz tu fe más fuerte y siempre rézale a Dios para que te libre del enemigo-
Asentí con una sonrisa.
-Lo haré mamá-
Lo que ellos no se imaginan es que algo por las noches me atormenta, pero no tengo el valor de decirlo. Lo peor es que le temo a las sensaciones que siento cuando eso sucede.
Porque eso no es del agrado de Dios.
Cuando en el reloj marca las diez de la noche me despido de ellos y subo a mi habitación. Me coloco la ropa de dormir, me arrodillo y le rezo a Dios. Cuando termino de rezar me siento en la cama, miro alrededor de mi habitación sintiendo una presencia extraña, una presencia que pesa mucho en el aire. Fruncí el ceño y me dormí sin darle mucha importancia.
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One Shots (Camren g¡p)
FantasiCortos relatos eróticos de Camila y Lauren (Lauren G¡P)