Los días continuaron transcurriendo, y eventualmente, el día finalmente llegó, el cumpleaños de Mark por fin había llegado. Aunque para el canadiense, no era más que un día normal en su vida, se levantó esa mañana y desayunó con su familia, con la diferencia de que esta vez lo saludaron por su cumpleaños.
-¡Feliz cumpleaños Mark!-Saludó su hermana mientras corría a abrazarlo en cuanto lo vio bajar por las escaleras.
-Gracias Yeri.-Responde él con una sonrisa en su rostro, su hermanita siempre le había dado ternura.
Juntos caminan hasta la mesa de desayuno de la familia, donde se encuentra a sus dos padres quienes ya están desayunando muy tranquilamente.
-Buenos días.-Los saluda el pelinegro tomando lugar.
-Buenos días, hijo feliz cumpleaños.-Contesta su padre bajando la vista del diario en sus manos, tan solo por cinco cortos segundos, para luego regresar su atención al periódico.
-Feliz cumpleaños hijo.-Lo saluda su madre con una sonrisa mientras le acerca su taza de café amargo. Su hijo pronto comienza su desayuno, aun con la mirada nerviosa de su progenitora sobre él.
Mark fingió no sentirla, ya sabía que tema quería tratar nuevamente, y Mark ya sabía exactamente que debía contestar, por lo que solo abandonó su taza de café para pronunciar aquellas palabras y ahorrarse la conversación.
-Mamá si mi regalo no va a ser el poder salir de casa al menos una hora, entonces deja de mirarme así y has como si este día fuera uno más.-
El silencio en la mesa familiar es agotador, Yeri no puede evitar sentirse nerviosa e incómoda, al punto de no querer moverse ni un centímetro.
Conocía muy bien a su madre y aquella discusión con su hermano, y a pesar de ser bastante pequeña, entendía muy bien la situación de su hermano. Hasta ella en ocasiones quería ayudar a su hermano a escapar de esa casa por un rato al menos.
Pero la única vez que lo había ayudado, Mark había acabado en el hospital, pues una abeja lo había alcanzado y lo había picado, causando que su alergia brotara y casi lo matara.
Yeri a la edad de tan solo nueve años, vio como su hermano casi moría. Entonces, desde ahí en más, no solo fue castigada, sino que se le fue prohibido hablar con su hermano, aunque aquel castigo fue levantado varios meses atrás, y a su hermano mayor jamás le importó.
Por aquel acontecimiento Yeri ya no intentaba ayudar a su hermano a escapar, pero en su lugar, lo ayudaba con cualquier otra cosa que pudiera ayudarlo a sentirse afuera de casa, por eso siempre que Mark se lo pedía le prestaba sus cosas, aun cuando aquello apenas era nada, porque Yeri sabía muy bien que mientras su hermano permaneciera dentro de esas cuatro paredes, hiciera lo que hiciera, seguiría sintiéndose como un prisionero.
Su padre, Kevin, por otro lado, nunca había intervenido en la decisión de su mujer de dejar que su hijo no saliera de la casa. No porque no quisiera, sino porque sentía que su mujer sabría manejar eso mucho mejor que él. Kevin ya había hecho bastante, pues él había sido quien había logrado convencer a Wendy de llevar a Mark a casa, porque hasta el año anterior, el canadiense había estado viviendo en las cuatro paredes de un hospital.
Mark llevaba tiempo en aquel hospital sintiéndose bien, pero aquello era probablemente por los constantes cuidados de las enfermeras y la cantidad de medicinas que recibía al día.
Al salir del hospital, y ser encerrado en su habitación, las dosis de medicina no solo aumentaron sino que ahora su madre era su enfermera personal las veinticuatro horas del día durante los siete días de la semana, lo cual sí, al principio estaba bien, pero luego empeoró, pues su madre casi no se despegaba de él, completamente obsesionada con el bienestar y salud de su hijo.
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MarkHyuck | free🍃
FanfictionEn donde Mark Lee es un joven que pasó la mayor parte de su vida encerrado en un hospital o en su casa, siempre había tenido problemas con sus bajas defensas, las cuales lo hacían enfermarse todo el tiempo, por lo que a penas conocía el mundo exteri...