Capítulo 2

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Esa mañana de sábado, Alba había aprovechado el buen tiempo que hacía para salir al parque. Le parecía un buen momento para salir a pasear y aprovechar para dibujar un poco. Hacía mucho tiempo que no lo hacía.

-Tomás, venga.- Suspiro ya frustrada de que el pequeño no le hiciera caso.- Mira tu hermana, que ya se ha puesto las zapatillas.- Quiso intentar que tomara ejemplo de la rubia, pues de normal siempre seguía sus mismos pasos.

-Tomás, quiero parque.- Se cruzó de brazos la otra.- Vamos.

-¡No!- Frunció el ceño, volviendo a sentarse en el suelo para jugar con los dos peluches que tenía.

-Si es que en carácter han salido a mí.- Bufó la mayor de los tres.- Cariño, puedes llevarte los peluches al parque, ¿vale?- Se agachó frente a él, acariciándole la mejilla.

-¿Sí?- Sonrió emocionado, como si aquella idea no se le hubiera podido ocurrir nunca.

-Sí, pero venga, que al final se nos hace tarde.

Consiguió salir de casa media hora más tarde de lo que había previsto, pero con su costumbre de llegar pronto a todos los sitios, no le importó demasiado. Cuando llegaron, les avisó, como siempre, de que no se alejaran demasiado y que siempre tenía que poder verlos. Una vez se fueron a jugar, no dudó en sacar su libreta de dibujo. No pudo evitar morderse el labio para esconderse la sonrisa al darse cuenta de que estaba dibujando a una morena que últimamente no paraba de aparecérsele por la cabeza.

-Hola, Alba.- Escuchó tras ella.

-¿Alice?- Cerró la libreta nerviosa por si había visto el dibujo. Estaba claro que la morena, además de su jefa, era su amiga.- ¿Qué haces aquí?- Se sorprendió. Tenía costumbre de ir a aquel parque todos los sábados que hacía buen tiempo.

-He venido con mi sobrino.- Señaló al pequeño, que agitó su mano con entusiasmo.- ¿Y tú?

-He venido con los críos.- Señaló a los mencionados, que se turnaban para subirse al columpio.

-¿Tienes hijos?- Se sorprendió.

-Tres añitos tienen.- Sonrió con el brillo reflejado en sus ojos.

-¿Tienes novio, entonces?- Frunció el ceño. No le estaba gustando nada aquella conversación.

-¿Qué? No, no, no.- Hizo una mueca.- Es una larga historia, tía.

-Tengo tiempo, guapa.- Le guiñó el ojo, sentándose a su lado después de decirle a su sobrino quiénes eran los hijos de Alba.

-Pues... Bueno, digamos que hubo un tiempo de mi vida en el que me perdí un poquito y decidí empezar a viajar para pasar tiempo conmigo misma.- Suspiró, haciendo una ligera pausa.- Una noche, estando aquí, acabé con un tío en la cama y... Pues mira el resultado.- Señaló con la cabeza a los dos niños.

-¿Y no sabes nada del padre?

-No me acuerdo ni de su nombre.- Apartó la mirada algo avergonzada.

-Oye, que no lo juzgo, es simplemente que soy muy cotilla, perdona.- Colocó una mano sobre su hombro, apretándolo ligeramente para mostrarle su apoyo.

-Ya, ya, es solo que... Joder, es algo que a veces me cuesta. Mira que no me arrepiento, ¿eh? Siempre he querido ser madre y sabía que si no tenía pareja a cierta edad, sería madre soltera. Pero me vino muy de golpe. Encima con mi familia lejos...

-Joder, Alba.- Alzó ambas cejas.- Pues me parece muy valiente por tu parte haber seguido adelante con todo.

-Gracias.- Sonrió tímida.- La verdad es que me vino bien para asentar cabeza, que me iba haciendo falta.

Dos primaveras// AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora