Capítulo 3

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Salió de casa antes de lo previsto, dejando a Alice
desayunando tranquilamente. Ambas se levantaban siempre con tiempo de sobra para desayunar juntas, pero aquel martes, la morena salió en cuando la otra se levantaba.

Hizo una pequeña parada en una cafetería para coger desayuno para dos. Al estar llegando a la dirección que les había pasado Alba, no pudo evitar sonreír al verla abrir la persiana.

-¿Necesitas ayuda, Reche?- Soltó una pequeña risilla al notar el susto que le había dado.

-¿Qué haces aquí?- Revisó una vez más la hora en su móvil.

-He pensado que igual te apetecía desayunar conmigo.- Le guiñó el ojo.

-Eh.... Yo... Bueno, vale, sí.- Se puso nerviosa de repente. ¿Y esa actitud de Natalia de golpe?

-Perfecto.- Sonrió aún más, entrando en el estudio y mirando alrededor.- ¿Estas fotos las has hecho tú?

-No todas.- Se mordió el labio algo avergonzada.

-Están muy chulas.

Entraron a la sala donde sería la sesión de fotos de Alice. Mientras la rubia se dedicaba a poner la calefacción porque a esas horas aún hacía frío, Natalia se encargaba de sacar el desayuno y colocarlo en la mesa que había.

-Como se te caiga una sola gota de café en alguno de los papeles que hay, te prometo que te quedas sin fotógrafa.- Advirtió la otra, que la había visto de reojo cómo limpiaba una pequeña mancha del café que se le había caído.

-Ya estamos otra vez...- Se acercó a Alba, que la miraba con una ceja alzada.- A tu jefa no se le habla así, Reche.- Se colocó frente a ella, más lejos de lo que le hubiera gustado pero más cerca de lo socialmente correcto.

-Aquí ahora mismo mando yo, Lacunza.- La miró directamente a los ojos desde su altura.

-Eso ya lo veremos.- Se separó de ella.- ¿Desayunamos?- Se sentó en una de las sillas.

-Esa es mi silla.- Se acercó también a la mesa para sentarse.

-Ay, perdona.- Se levantó enseguida para cambiarse de silla.

-¿Ves cómo sí que mando yo?- Sonrió con suficiencia.- Oye, ¿el café...?

-Café con leche.- Se encogió de hombros la otra.

-Es que soy intolerante a la lactosa.- Hizo una mueca, mirándola como pidiendo disculpas con la mirada.

-Joder, ¿en serio? Perdona.- Se levantó.- Pues vengo enseguida, que he visto una cafetería aquí al lado.

-Natalia, que no hace falta.- Le cogió la mano.- Con lo que has traído de comer está bien. Y tengo una máquina de café en la entrada, así que tranquila.

-Está bien.- Sonrió algo tímida.

Desayunaron tranquilamente, hablando de sus profesiones y de cómo habían conseguido tener cada una su propio negocio. A Alba le sorprendió que Natalia, con tan solo 23 años, ya tuviera su propia productora musical.

-¿Y hace mucho que viven en Atenas?

-Unos tres años.- Respondió Alba sin saber muy bien si explicarle la razón por la que terminó quedándose en la ciudad.- ¿Tú?

-Hace un poquito más, cinco años.

-Bueno, tampoco llevas tanto tiempo, entonces.

-¿Te puedo hacer una pregunta?- Cambió de tema la morana, y la otra lo agradeció.- ¿Tú crees que soy fotogénica?

-Pues... No sé, supongo.- Se encogió de hombros.- Eres guapa, no creo que salgas mal en ninguna foto, la verdad.- Respondió casi sin pensar, sonrojándose cuando se dio cuenta de lo que había dicho.

Dos primaveras// AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora