Capítulo 6

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Eran las seis de la mañana cuando Alba salía de su casa con Tomás. Había llamado a la canguro para que se quedara Natalia y no tener que despertarla.

Había pasado toda la noche entre vómitos y dolor de barriga. La fiebre le había vuelto a subir, y aunque intentó bajársela, no había manera de que mejorara, por lo que terminó yendo al hospital.

Una vez llegó, miró la hora, y al ver que eran las siete de la mañana, pensó que era una hora más que razonable para llamar a Natalia, pues habían quedado a las ocho en el estudio.

-Nat, que no voy a poder ir hoy a trabajar.

-¿Cómo que no? Necesitamos que vengas, Alba. No puedes decidir ir o no ir a tu antojo.- La morena, que ya se había levantado con el pie izquierdo, la pagó con la rubia.

-Madre mía, los despertares de Lacunza.- Soltó una risilla, sin embargo. Más que enfadarse o molestarse, se lo tomó bien. No la había visto nunca enfadada, pero le hacía demasiada gracia el tono que ponía.

-Perdona, es que Alice me ha despertado media hora antes de que sonara la alarma y ya me he cruzado.- Suspiró.- ¿Ha pasado algo?

-Tomás, que ha pasado una noche horrible y me lo he traído al hospital. Llevamos aquí ya media hora esperando.

-¿En serio?- Se preocupó enseguida.- ¿Quieres que vaya?

-No, no. Vosotras id adelantando y yo cuando sepa lo que es, si no es muy grave, iré.

-No seas tonta, Alba. Quédate con él. Como una madre no hay nadie cuando estamos malitos.

-Está bien.- Sonrió como una boba.

-Me vas diciendo cualquier cosa, ¿vale?

-Claro, sí.

Colgaron poco después. Y aunque Natalia sabía que debía ir al trabajo, avisó a Alice de que le tocaría ir sola a grabar las canciones que le tocaban aquel día.

-¿Y eso? Si tú no te saltas un día de trabajo ni aunque yo te lo pida por favor.- Alzó una ceja.

-Es que Tomás está en el hospital con Alba, y me sabe mal que esté ella allí sola.

-Ah bueno, ahora ya sí que lo entiendo.- Sonrió divertida.- ¿Por qué te vas a esperar tanto tiempo a tener algo con ella, Natalia? Si estás deseando besarla ya.

-Porque quedamos en una cosa y pienso cumplirlo.- Se encogió de hombros.- Siete días no son tantos.

Después de escuchar los distintos piques de Alice, se vistió y se dirigió al hospital. Compró, antes de nada, un par de cafés y algo de comer, suponiendo que Alba llevaría desde lla noche anterior sin tomar nada.

-¿Nat? ¿Qué haces aquí?- Se mordió la sonrisa.

-He pensado que igual necesitabais compañía.- Se encogió de hombros.

-Muchas gracias.- Se levantó para darle un abrazo y un beso en la mejilla.- Ya estábamos un poco aburridos, ¿eh?- Quiso ocultar su preocupación.

-Hola, Nat.- Se acercó a saludarla, con los brazos en alto para que la otra la cogiera, que tras darle el desayuno a Alba, no dudó en cogerlo en brazos.

-¿A ti qué te pasa? ¿Que no quieres ir al colegio?- Lo miró con una sonrisa.- Eso está muy feo, ¿eh?

-Así que era eso...- Le siguió el rollo Alba.

-No.- Frunció el ceño.- Me duele la tripa.- Hizo un puchero el pequeño.- Aquí.- Se colocó la mano en dicho lugar.- Mucho.

-¡Eso no es nada, hombre!- Le quitó importancia, aunque Alba notó en sus ojos la misma preocupación que ella misma tenía.

Dos primaveras// AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora