Llegaron del parque más tarde de lo que Natalia había previsto, pues ninguno de los dos quería irse y ella no sabía decirles que no a nada. Cuando entraron por la puerta, Alba los recibió con los brazos cruzados.
-¿Qué horas son estas de venir?- Alzó una ceja, mirando a Natalia.
-Es que no se querían ir, Albi.- Hizo un puchero.
-Para eso eres tú la adul...- Suspiró.- Ya, bueno, lo entiendo.- Soltó una risilla.
-Yo no sé decirles que no, Albi. Me ponen pucheritos y son clavados a ti.- Se excusó como si aquello fuera suficiente. Y lo fue.
-Anda, ven aquí, que tienes un morro...- Tiró de ella, abrazándola y llenando su mejilla de besos.
-Albi, me han preguntado si nos besamos.- Susurró.
-¿En serio? ¿Y qué les has dicho?
-Yo nada, Albi, eso creo que te corresponde a ti.- Se encogió de hombros.
-Toda la razón, Nat.- Sonrió conforme.
Después de despedirse de los pequeños y de algún que otro beso en la puerta de Alba, Natalia se fue para poder ducharse tranquilamente y pasar algo de tiempo con Alice. Tenía que ponerle al día.
Mientras aquello sucedía, Alba decidió tener una conversación con sus hijos, Había metido a Natalia en sus vidas de una forma muy rápida, y aunque sabía que no tenían problema con ella, porque se veía que la adoraban, prefería preguntarles.
-¿Os cae bien Nat?- Preguntó cuando terminaron de cenar.
-¡Sí!- Respondieron a la vez.
-Entonces... ¿No os importa que venga más por casa o que nos acompañe al parque?- Tanteó sin ser demasiado directa.
-¿Y al cole también?- Preguntó Tomás emocionado, lo que fue suficiente para Alba para corroborar que, efectivamente, estaban cómodos con la morena.
Después de acostarlos, la rubia llamó a Natalia para darle las buenas noches. Le hubiera gustado dormir con ella, pero no quería agobiarla tampoco. La notó algo rara por teléfono, pero prefirió no decir nada. Quiso suponer que se debía a que estaba con Alice.
De hecho, no muy lejos de allí, ambas tenían una conversación sobre las dudas que le habían entrado a Natalia.
-Le he dicho que no me importa que, si quedamos, se tengasn que venir los niños.- Sonrió algo tímida.- Si es que además los adoro...
-Hay un pero.- Adivinó Alice.
-¿Y si llega un momento que sí que me agobia tener que incluirlo en todos los planes? Yo no he decidio tener esa responsabilidad.
-Pero sí que puedes decidir si estás dispuesta a tenerla. Y por lo que me has estado contando, Alba está de acuerdo con eso.
-Alba me ha dicho que no me tengo que preocupar por eso, que no son mi responsabilidad y no pretende que lo sean, pero que de vez en cuando tienen que venir con nosotras, y eso es así.
-Pues yo creo que las dos tenéis muy claro los límites de cada una, Natalia.- Sonrió comprensiva.- ¿Entonces qué más da lo demás?
-Me da miedo agobiarme, ya te lo he dicho.
-Pues si te agobias, ya veremos qué hacemos, ¿no te parece?- Se encogió de hombros.
-Eso está bien pensado.- Sonrió algo nerviosa.- Poquito a poco.
Sin embargo, aunque los días pasaban y ella hacía caso omiso a sus dudas y a sus miedos, llegó un momento en el que Alba empezó a notarlo, y quiso hacer hasta lo imposible para quitarle cualquier mínimo resquicio de inseguridad.
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Dos primaveras// Albalia
أدب الهواةAtenas. Secretos. Pasado, presente y futuro. Tercera parte de "la canción del verano"