Capítulo 21

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Terminó de ponerse el vestido con ayuda de su hermana, que la miró con una sonrisa.

-Vas guapísima. A tu novia le va a dar algo cuando te vea con esto puesto.- Aseguró.

-Mi novia ya me ha visto con esto puesto, guapa.- Le giñó el ojo.

-A veces se me olvida que vivís en la misma ciudad.- Se encogió de hombros.

Poco después, y con más prisa de la que le hubiera gustado, se encaminaba hacia el juzgado donde María y Pablo procederían a casarse. Ninguno de los dos quería algo demasiado grande. Un par de testigos y ya, luego sí, celebrarlo con los más cercanos.

-¡Pero qué guapa vas, joder!- Le gritó a María al verla de espaldas a ella. Se había puesto un vestido blanco muy simple, pues como ya se ha dicho, no quería demasiada parafernalia.

-¿Has visto a Pablo?- Bufó nerviosa.- Habíamos quedado quince minutos antes de quedar contigo y con su amigo y no aparece.

-Pues... No. Pero seguro que está viniendo ya, tranquila.

-Es que ayer tuvo la despedida de soltero.- Rodó los ojos.- Su mejor amigo solo podía ayer por la noche. Como se haya dormido...- Bufó.

-Si es que solo le podía pasar a Pablo.- Soltó una risilla, que cortó enseguida al ver la mirada fulminante de su mejor amiga.- Seguro que está llegando, Mari.- Quiso tranquilizarla.

No pasaron demasiados minutos hasta que apareció el susodicho, jadeante por haber llegado corriendo y con la corbata a medio poner. Desde luego, iba hecho un cuadro.

-¿Pero cómo llegas así?- Suspiró María, acercándose a él y colocándole la corbata como tocaba.

-Perdón, es que me he dormido un poco.

-Si es que... ¿A quién se le ocurre, Pablo?- Se mordió la sonrisa a pesar de estar regañándolo.

-Oye, deberíamos ir entrando.- Miró Alba la hora.- ¿Y tu amigo?

-Llegando, me ha dicho.- Miró alrededor, señalando al verlo.- Mira, otro que viene corriendo.

-Si es que ya os vale, salir el día de antes.- Le reprochó Alba también.

-Mario, nos están echando la bronca por haber salido ayer.- Informó Pablo.

-¿Y a ti no te ha echado la bronca María por liarte con otra anoche?

-¡Pablo!- Se quejó la otra, mirándolo con el ceño fruncido, hasta que escuchó las carcajadas del otro y supo que iba de coña.

-Mari, ¿tú estás segura de esto? Que te toca aguantar también a sus amigos, ¿eh?- Les picó Alba, ganándose que el otro se la devolviera.

El momento del sí quiero fue corto pero intenso. El beso, como era de esperar entre aquellos dos, duró más de lo que duraba en cualquier otra boda.

Al salir, y para sorpresa de los novios, se encontraron a todos los invitados en la puerta. Habían dicho de quedar directamente en el local en el que sería la comida, pero Alba, que se había hecho con toda la lista de invitados, había querido darles una sorpresa. Al fin y al cabo era un momento único.

-Tita Mari.- Se acercó corriendo Natalia hasta abrazarse a la rubia con fuerza.

-¡Pero bueno, cuánto has crecido, madre mía!- La levantó en brazos, llenándola de besos y achuchándola.- ¿Y Tomás, que yo lo vea?- Sin soltar a la pequeña, no dudó en buscar también al pequeño. Se sorprendió cuando, al encontrarlo, se dio cuenta de que estaba con Natalia, hablando como si nada.- Tomás, hola.- Sonrió, dejando a Natalia en el suelo y abrazando al pequeño, que corrió hacia ella.

Dos primaveras// AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora