Desde hacía ya muchos años, Sesshomaru había abandonado su refugio, ese en dónde se mantenía, que miraba con anhelo todo el tiempo, sinceramente el yokai se había enfadado por la espera así que decidió emprender camino.
Pero en esos años si que había cambiado muchísimo: ya no asesinaba sólo por el placer de hacerlo, lo hacía si era absolutamente necesario y si los humanos estaban cerca por dónde él estaba, prefería alejarse de ellos, no porque les temiera, sino porque no gastaría sus fuerzas en seres que para él eran inferiores. Irónico.
Era tan patético pensar que odiaba con aquel ahínco a los humanos, cuando su destino estaba totalmente atado al alma de uno de ellos. Alma que no nacía, que no veía la luz de ese mundo en decadencia.
Ese ser hermoso, casi divino, se encontraba sentado debajo de aquel árbol de glicinas tan viejo como la misma existencia. Una vez más contemplaba en silencio con total tranquilidad aquella luna menguante que tanta paz le traía consigo y era en esas noches de soledad cuando se preguntaba que tanto tiempo más andaría errante, cuánto más su peregrinar se extendería. Era en esos momentos cuando su eternidad era más que un estorbo para él.
Estar por horas admirando el astro celeste, Sesshomaru empezó a relajarse cada vez más y por primera vez en más de 500 años, el joven demonio logró dormir un poco, sin imaginar que lo que tanto anhelaba estaba por ocurrir.
…
Era de mañana y Jaken no había dormido desde hacía mucho tiempo. Temía que si dormía, aunque sea unas horas, el reloj parase y no informara de inmediato a su amo sobre los nuevos acontecimientos.
Pero aquella mañana era muy diferente, era extrañamente cálida, el sol estaba muy brillante para tan tempranas horas… pero eso no era lo más interesante para el pequeño hombrecito, era ese reloj, ese extraño reloj.
El viejo reloj de arena que no tenía arena… tenía un extraño humo color blanco que pasaba como un ligero hilo a través de la cavidad de esa cosa, ¿Lo extraño de ese objeto? Es que jamás era volteado, este de alguna forma creaba ese humo que desaparecía y aparecía de la nada.
Pero esa mañana se había estado comportando raro, era como si el humo blanco se fuera a acabar, pero de la nada volvía a fluir normal. “Extraño”, pensó Jaken, quien también creyó conveniente avisar a su amo sobre la anomalía, pero no podía hacerlo, tenía que esperar hasta que ese reloj parara.
¿Qué significaba? Quizás pronto podrían saber ¿Sería que ya era hora? No, Jaken no lo creía. Por más que anisara también que su amo por fin estuviera con aquello que tanto anhelaba, sabía que era prácticamente imposible. Aunque su joven señor había cambiado, en su interior aún se mantenía aquel instinto asesino. Eso era algo que jamás podría cambiar.
Toga, el gran general, lo había castigado de tal forma. Lo peor de todo es que aunque Jaken fuera un sirviente fiel, también estaba cansado a la espera de esa alma, esa alma que mantenía en estado de frustración, dolor y desespero a su amado amo.
Tan hundido estaba en sus pensamientos que no sé percató que poco a poco el humo blanco de aquel objeto cada vez se hacía más transparente. El hombrecillo cansado de estar encerrado en aquella habitación pensó que sería bueno al menos salir unas horas de aquel lugar, tanto encierro lo volvería aún más viejo.
Así que sin mirar a ese reloj, salió de ahí y se adentró en el bosque en dónde por fin decidió tomar una siesta, al menos unos minutos. El pequeño jamás se percató que había dormido casi 18 horas.
18 valiosas horas en las cuales habían pasado muchas cosas: la primera de ella es que Sesshomaru por primera vez en su vida había sentido un pesar dentro del pecho, algo que sentía que lo quemaba, que lo asfixiaba pero que a la vez se sentía tan cálido, tan reconfortante.
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En mi eternidad
FanfictionEl gran demonio Sesshomaru fue condenado por su padre y su madre a amar un alma que lleva siglos guardada en el inframundo... el alma de un humano... o humana. En toda su eternidad jamás el demonio se había sentido tan desesperado y frustrado por n...