Había pasado un día desde que Kagome había salido en busca de Sesshomaru, ese demonio si que era dificil de encontrar, pero para ella no era imposible dar con su paradero, pues era fácil al menos para alguien de su tipo, el poder percibir la energía de ese ser, y más ahora que estaba lleno de ira.
La pobre sacerdotisa estaba agotada, quien lo diría un cadáver cansado. Ella misma se había reído con esos pensamientos, no sentía ni el calor, ni el frío, para ella eso era todo banal pero su cansancio representaba lo eminente: su final por fin estaba cerca, pero antes de irse debía de terminar con varios asuntos.
El primero devolverle la felicidad a Rin; el segundo acabar con Naraku; y el tercero enfrentar después de tantos años a Inuyasha, esto último era lo que más deseaba pero primero debía de hacer lo correcto.
En un acantilado, cerca de donde estaba, miró al demonio de blanco que tenía fija la mirada en el horizonte, era como un animal rabioso, podía sentir su ira y si la asesinaba ahí, estaba más que justificado. Ella colaboró, malamente, con esa situación.
Sesshomaru percibió el aroma de la exmujer de Inuyasha y sólo se sintió más hostil, ella era un recuerdo del pasado que quería olvidar y también era un ejemplo de lo que no se debe de hacer con un ser amado, en esos momentos se sentía igual de patético que su nada amado hermano.
-Lárgate de aquí antes de que te mate de una vez por todas- advirtió el demonio.
-Tus amenazas me tienen sin cuidado Sesshomaru, no le tengo miedo a la muerte, es la única que le daría paz y tranquilidad a mi agotada alma, sería más que feliz si pudiera morir en estos momentos, pero no puedo, he venido a informarte.
-¿Qué me tiene que decir un patético cadáver?
-He venido por ti para llevarte a lado de Rin y tu hija -contestó- estuvo bajo mi cuidado todo este tiempo.
Sesshomaru solamente volteo a verla furioso y a paso lento se acercó a ella.
-¿Por qué diablos estaban contigo?
-Hice un pacto con tus padres para cuidarlas en lo que tú comprendías la situación, sin embargo, me equivoqué al igual que tu madre al confiar en tu padre.
-¿Dónde están?
-En el bosque de Bokuseno- dijo la mujer.
Sesshomaru estuvo a punto de partir cuando la sacerdotisa lo detuvo.
-Debes de tener cuidado de Toga, su alma fue corrompida y será capaz de todo.
-No necesito de tus advertencias, ese maldito morirá en mis manos.
Antes de irse de ese lugar el demonio se acercó a la sacerdotisa y la miró por un momento, si, el cadáver cada vez tenía menos fuerzas, pronto dejaría el plano terrenal.
-Estas por morir ¿No es así? Pero eso debes de saberlo mejor que nadie, sería tu segunda muerte.
-Lo sé- asentó con la cabeza- mi fin está cerca por eso quiero pedirte un favor.
-¿Un favor a mí?
-Sí, a ti. Deja que me lleve al infierno a Naraku, él será quién intente asesinar a Rin, si no lo logra, lo hará tu propio padre. Pero también quiero que me dejes hacer sufrir a Inuyasha.
-Inuyasha no es mi prioridad.
-Es tu hermano, de una u otra manera siempre lo protegiste.
-Como sea, no me interesa lo que hagas.
El demonio emprendió vuelo de ese lugar, su furia aumentaba más y más cada vez.
De una de las mangas de su habito, la sacerdotisa sacó dos frascos: uno de un aceite que le hacía ocultar el rastro de su aroma, el de cadáver. El segundo era un mechón de cabello en particular con una fragancia que atraería su ultima presa. Siendo así la mujer untó aquello en su cuerpo y colgó ese mechón de cabello en el suyo. Bueno las cosas serían así. Sí.
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En mi eternidad
FanficEl gran demonio Sesshomaru fue condenado por su padre y su madre a amar un alma que lleva siglos guardada en el inframundo... el alma de un humano... o humana. En toda su eternidad jamás el demonio se había sentido tan desesperado y frustrado por n...