El crujir de las ramas y hojas secas era lo que interrumpía la tranquilidad del silencio; la presencia del joven demonio enaltecía el sencillo sitio; la luz lunar se reflejaba como si fuese un espejo en las blanquecinas ropas del demonio que estaba ahí a la espera de ese intruso.
Un intruso que buscaba la muerte a como diera lugar, un maldito infeliz que se había atrevido a entrar a los aposentos de su amada, un bastardo que se había hecho de mentiras e intrigas con esa mujer para obligar a su alma a estar con él.
Eso era una bajeza, era ser deshonesto, era no tener honor, pero ¿Qué se podía esperar de ese demonio que no sabía respetar los dictámenes que se habían grabado en el tiempo hace cientos de años?
-Vaya, vaya… Pensé en todo menos el encontrarte aquí Sesshomaru- dijo el demonio- ¿Qué te trae por estos alrededores?
-No sé si la estupidez es una virtud en tu familia Kirinmaru o solamente finges inocencia.
-¿De que hablas Sesshomaru?- sonrió con ironía el demonio de los ojos verdes.
-Te lo voy a decir sólo una vez, aléjate de Rin.
-¿Por qué habría de hacerte caso? Ella es una mujer libre y su mano fue aceptada hoy y ella estuvo presente, creo que no le interesas lo más mínimo- provocó.
Sesshomaru llegó hasta el demonio propiciándole un golpe en el rostro. Kirinmaru salió disparado hasta estrellarse contra un árbol que frenó el desastroso impacto.
Enfurecido el pelirrojo, voló rápidamente hasta el demonio de blanco a quien también golpeó. Grandes estruendos se escucharon por el lugar; árboles arrancados desde la raíz y sobre todo una lucha de egos que era lo que más resaltaba.
Uno peleaba por obsesión y capricho, el otro por amor. Ojos dorados versus ojos verdes, grandes presencias demoniacas, grandes garras en el campo de batalla. Odio, rencor, rivalidad. Todo eso estaba ahí, todo eso era lo que reinaba en esos momentos.
Una sola patada de Sesshomaru, alejó lo bastante a Kirinmaru que estaba a nada de desenfundar su espada.
-Te lo diré una sola vez Kirinmaru, aléjate de Rin tú sabes bien que no es para ti.
-Me importa poco lo que digas niño estúpido, no puedes hacer ya nada.
Como dice tu madre, los demonios no deben de interrumpir en las leyes humanas. Y una ley te guste o no es mi compromiso con ella.Sesshomaru sonrió ante esas patéticas palabras, ¿Lo creía imbécil? Kirinmaru realmente pensaba que no había otros… métodos. Era tan orgulloso y prepotente que no veía la realidad a su alrededor.
-Estás advertido- dijo el joven demonio- no provoques mi ira Kirinmaru porque fácilmente puedo deshacerte con mis manos.
Fue la última sentencia del demonio blanco. El pelirrojo quedó sólo con el orgullo herido. Si Sesshomaru creía que él se daría por vencido estaba muy equivocado, nada se interpondría entre sus anhelos. Ni si quiera ese maldito.
Como sus asuntos por el momento habían concluido en aquel lugar, el demonio Kirinmaru se apresuró a sus tierras por que habían cosas que debía de hacer y dejar listas, no podía seguir perdiendo el tiempo con ese idiota.
-Una cosa que te quede clara Sesshomaru -rio- la joven Asano será mía aún en contra de tus deseos.
Y así como pronunció esas palabras desapareció. ¡Maldita sea! Que ganas de desollar a alguien en esos momentos. Su sed de sangre se había activado y por primera vez estaba en un callejón sin salida, no por las amenazas de Kirinmaru que le importaban muy poco, sino por esas ganas de matar y que no podía hacerlo.
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En mi eternidad
FanficEl gran demonio Sesshomaru fue condenado por su padre y su madre a amar un alma que lleva siglos guardada en el inframundo... el alma de un humano... o humana. En toda su eternidad jamás el demonio se había sentido tan desesperado y frustrado por n...