Capítulo II

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El olor del humo era insoportable. Los estudiantes estaban gritando, como si nunca hubiesen visto un incendio, otros estaban en estado de shock, y otros completamente alejados. Parte del patio central se estaba quemando y no parecía basura quemada, de ser así, habría tenido un olor mucho más desagradable. Empezaron a gritar que llamen por ayuda, ya sean los bomberos, la decana o... los del consejo. Sinceramente, me fiaría más de los bomberos o de la decana, sabrían tratarlo profesionalmente; pero del consejo no, algo me dice que no traen nada bueno en sus manos. Fue cuestión de minutos para que los estudiantes empezaran a amontonarse intentando alejarse del incendio, yo opté por alejarme un poco y mirar desde la lejanía. No había caso. Solo dos personas parecían completamente calmadas en esta situación, y eran un chico y una chica, quienes estaban ahí calmando a los estudiantes. El chico sacó un teléfono mientras su compañera calmaba a los demás.

Resulta sospechoso cómo los estudiantes se van con tanta tranquilidad sabiendo que el incendio pudo haber sido peor, y los dos miembros del consejo, actuando como si nada, ni siquiera hicieron la más mínima expresión. Claramente el incendio se ha ido controlando, porque en cuestión de un rato, los bomberos llegaron y lo apagaron, e insisto... ¿no se supone que al ser personas del consejo, precisamente, deberían ser aunque sea un poco menos robóticos y actuar como gente normal? Literal, actúan como si ocultaran algo. La gente cree que pueden confiar esta universidad en las manos de unas personas que actúan como si todo estuviera bien cuando no lo está. Ryler bien me dijo que espera que yo haga amigos... y que esos amigos duren. Obviamente, si les pregunto a los del consejo acerca de esto, no me van a decir ni siquiera una palabra. 

No quiero tener nada que ver con ellos, me generan una mala sensación, pero debo unirme al consejo. Quizás no como un presidente del club, sino como un miembro o... un participante de los clubes. Quizás, y solo quizás, podré averiguar qué traman, y estoy seguro de que a nadie le gustará saber la verdadera historia de esta universidad. El cómo unirme será complicado, primero porque no sé cómo presentar un formulario para unirme, y segundo, dudo que me acepten. Me acerco a la oficina de la decana, quien me atiende con una sonrisa amable y pide que me siente. Nervioso, procedo a preguntar. 

— Disculpe... ¿usted sabe cómo puedo unirme al consejo? Aunque sea como un miembro o un participante de los clubes. 

— ¿Disculpa? — Preguntó confundida, por su expresión, parecía extrañarle que alguien preguntara por eso... Y claro, ¿cómo un chico nuevo, que apenas lleva un día en la universidad, pregunta tan rápido para unirse a un importante consejo donde SEGURAMENTE sería el representante de los alumnos como lo son los demás? 

— Por curiosidad. Es decir, veo que varios miembros están atareados... Hay alumnos yendo de aquí para allá con varios papeles, o los demás... que estaban al lado suyo, tienen mucha pinta de estar ocupados. 

— Digamos que... eres muy nuevo como para unirte a ellos, pero si quieres intentar suerte, puedes acercarte a la oficina de admisión. Ya sabes, donde conseguiste la llave para tu cuarto, ahí puedes consultar para unirte.

Agradecí a la decana y me dirigí a la oficina de admisión, toco la puerta puesto a que no sé si aún atenderán a los alumnos, por su horario. 

— Pasa. — Me dijo la secretaria — Mi nombre es Katherine y estoy para lo que necesites. Dime, ¿qué es lo que buscas? 

— Un gusto, Katherine. Quería preguntar algo... que parece inoportuno, pero ¿tienes idea de cómo puedo unirme al consejo? 

 Me miró sorprendida y con alegría. 

— Es increíble, nunca antes la gente estuvo tan interesada para unirse. Siéntate, por favor, y espera tu turno. Ya son dos personas en un mismo día que me piden unirse al consejo. 

Universidad WallaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora