Capítulo VIII

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Sonó el despertador, indicando que ya eran las 6; hoy decidí levantarme media hora antes, pues el festival es hoy y lo que más se necesita es que todo salga perfecto. Incluso con todo el cansancio del mundo decido levantarme de la cama, apagando la alarma y yendo hacia el baño para lavarme el rostro y espabilar, agarro mi cepillo de dientes y mientras los limpio, suena mi teléfono; era Randall, llamándonos a una reunión de emergencia en el mismo lugar que ayer.

Hoy hacía más frío de lo normal, quizás debe ser por la hora, de madrugada siempre suele refrescar más y con el pasar del día, se estabiliza un poco. Si tuviera que describir lo que siento ahora mismo es una mezcla entre agotamiento y pocas ganas de hacer algo hoy; primero, está fresco y no quiero volver a morirme de frío como ayer en la reunión, y segundo... como hoy es el festival, los chicos del consejo hicieron una reunión para ir a comer algo, brindando y deseando que el festival de hoy salga perfecto. Llegué a sorprenderme, en cierto punto, que no nos dijeran nada por llegar un rato más tarde de lo que indicaba el toque de queda.

Quizás este es uno de los privilegios de ser parte del consejo... ¿no? Rondar por el campus sin que te digan nada por saltearte el toque de queda... Aunque, a lo mejor, no debería pensar tanto en los privilegios, porque podría teorizar durante un rato largo, y si llego a asistir tarde, el consejo me cuelga en una plaza pública y me utilizaría de piñata.

Salgo del baño y me dirijo a la habitación para vestirme, poniéndome el uniforme y por encima un saco grande que llegaría a abrigarme bastante bien hasta que el clima se estabilice y aumente un poco la temperatura, me apresuro por salir y llegar al punto de reunión. Mientras llegaba, era un poco sorprendente ver cómo estaba decorado, al menos en su mayoría, si cuando fui a dormir no había absolutamente nada.

Contemplé por un rato las decoraciones, le añadía cierto color y vida al campus que aún estaba un poco oscuro y la única luz era de los faroles, que añadían una iluminación tenue, y las luces decorativas, también añadían ese ambiente bastante... acogedor, ese que sientes cuando en Navidad encienden la chimenea y es una luz que a duras penas ilumina toda la sala. También, a su vez, vi cómo los primeros estudiantes empezaban a transitar el campus y sacar fotos a la decoración, se les podía notar la emoción por el festival.

Finalmente, llegué a tiempo y estaban todos ahí ya, esperándome, pero pude observar que Randall aún ojeaba su agenda.

— Bien, chicos... —dijo Randall, con un tono de desgano y desesperanza. ¿Por qué habría de estar así, si hoy es el festival? Rápidamente, dejó de mirar su agenda, la cerró y la guardó en su bolsillo, mirándonos — Los he reunido para felicitarlos, o más bien, felicitarnos por el gran trabajo que hicimos en organizar el festival, estoy completamente seguro de que todos opinarán lo mismo.

— Si es que yo lo considero.

Como si fuera un fantasma, una voz habló. Era de una mujer, pero no era de ninguna de las mujeres del consejo, todos estábamos callados, quedándonos helados; yo por el susto que me generó haber escuchado una voz que salió de la nada, los demás parecían haber visto un fantasma, y Randall y Nathalie, solo se quedaron con una expresión de terror, se miraban y luego evadían rápidamente.

— Usted no es determina si el festival fue un éxito, más bien, lo soy yo, y estoy segura de que recuerda mi advertencia, señor Ludenberg — dijo la decana, colocando una mano por encima del hombro de Randall, tenía esa sonrisa de siempre, pero algo se notaba distinto... No era una sonrisa de felicidad, era más bien, pasiva-agresiva.

Randall suspira fastidiado, completamente disgustado, quita de su hombro la mano de la decana.

— Sí, ya sé bien cuál fue su advertencia, ya me la ha dicho en la reunión, pero ahora voy a ser yo quien le diga que no ande rondando por donde no le llaman, y que si sigue interfiriendo en mis tareas, todo el campus sabrá de la desviación de fondos que ha estado haciendo para su propia conveniencia. ¿Cree que soy tan estúpido como para no haber notado que una mujer que ni siquiera puede costearse una Birkin trae una todos los días?

Universidad WallaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora