Capítulo XII

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Ambos nos asustamos y tragamos en seco luego de que Randall nos gritara. Mientras los demás nos miraban callados, confundidos, molestos e incómodos, Randall se nos acercaba, y de forma casi discreta, pero que aun así los demás podían escuchar, intentó suavizar su tono de voz a uno más pasivo-agresivo.

― Si ustedes tienen algo para decirse, háganlo afuera, no aquí. Esta cena está planeada para celebrar, no para pelear.

Ryler fue el primero en calmarse, él respiró hondo y contestó de forma tranquila. 

― No pasa nada... Es solo un malentendido que no volverá a ocurrir ― dijo, para luego mirarme molesto. 

― Sí... ― dije, cabizbajo por la vergüenza ―. No volverá a ocurrir,  lo siento por este mal momento. 

El ambiente se sentía pesado y tenso. Ryler y yo no nos mirábamos, yo miré a los demás, el cómo dejaron de mirarnos y ahora se quedaron bastante serios hablando entre ellos. Tras un minuto de silencio, Randall decide hablar.

― Bien ― suspiró molesto ―. Espero que estos malentendidos no vuelvan a darse, al menos no frente al resto del consejo. A mí no me interesa si se aman, si se odian... Discutir frente a los demás miembros no es aceptable. No serán sancionados solo porque la noche va bien y además esta cena está planeada para celebrar, como dije, y también ser nosotros mismos y disfrutar, pero es mi última advertencia; si se vuelve a presentar esta situación de esta manera, serán suspendidos temporalmente de sus funciones del consejo.

Ryler volvió a su asiento, esta vez molesto. Yo me quedé parado unos segundos intentando recalcular todo, y cuando tomé asiento, lo hice lejos de Ryler para no molestarlo más; me senté al lado de Harumi, quien al verme, sonrió. Ella me dio una palmada en el hombro para intentar confortarme.

― Oye, no te desanimes. Por lo que sea que hayan peleado, deben olvidarlo. Disfruta la cena, te hará bien. Además, tienes que probar esta tarta red velvet que preparó Nieves.

Sonreí desganado mirando la pequeña porción que había en mi plato. La discusión con Ryler y el regaño de Randall fueron las cosas que me terminaron por cerrar el apetito, sin embargo, no podía rechazar la comida, ya que sería de mal gusto, así que llevé un pequeño pedazo a mi boca. A pesar de que la tarta está dulce y deliciosa, en el fondo, siento un gusto amargo que no me agrada mucho... El gusto de mi saliva y de la comida que me está dando náuseas.

Llamo la atención de Harumi de manera discreta, tocando suavemente su hombro, ella voltea.

― Por casualidad, Harumi... ¿no tendrás algo para poder conciliar el sueño por la noche? Últimamente no he podido dormir bien, y me está pasando factura; me está alterando mi horario de sueño. 

― Bueno... sí, tengo, pero no puedo dártelo sin la autorización de tu médico de cabecera. 

― Por favor...

Haru levanta su mano en señal de que debo parar, suspira un poco fastidiada, a su vez preocupada por mi petición e insistencia.

― Escucha... si tienes problemas para conciliar el sueño, intenta darte una ducha o un baño relajante, con agua tibia, si lo prefieres. Más allá de eso no te puedo dar, porque no tienes una orden médica que me autorice para darte medicamento.

Suspiré y me disculpé con Harumi por haberla molestado con mi insistencia. Ella vuelve a prestar atención a la charla que había a su lado y consigue involucrarse en la conversación, y yo volví a intentar comer la tarta para terminarla, tomándome mi tiempo.

Me quedé cabizbajo mientras la gente hablaba por encima mío, eran tantas conversaciones que escuchaba al mismo tiempo hasta el punto de que me entraba por un oído y salía por el otro.

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