¿Será esta una buena decisión? || Sukuna

Capitulo 2

En un segundo, el rey de las maldiciones estaba frente a mí, estaba tan cerca que podía sentir su respiración.

Su sonrisa tan grande que me asustaba.

Se alejó en un segundo y empezó a celebrar su regreso.

Megumi se levantó con todas sus fuerzas y me miró confundido por lo de hace un momento.

Me encogí de hombros, la celebración del rey fue intereumpida y Itadori tomó el control.

- ¿Que fue eso? - Preguntó confundido.

En un segundo llegó Satoru y me sentía tan cansada que me senté en el suelo, viendo como ellos hablaban y luego de unos segundos, Sukuna volvió.

Mi maestro y el rey de las maldiciones empezaron a pelear.

Y, de nuevo, Sukuna estaba a un centímetro de mi.

Su sonrisa se hizo más grande de lo que ya era y cuando iba a tomar un mechon de mi cabello, mi maestro lo aleja.

Pasado los diez segundos, Itadori vuelve.

Luego de eso, me desmayo.

                                  •••

Desperté en mi habitación, dispuesta a seguir durmiendo, pero unas voces de afuera me invitaron a levantarme.

Salí de mi habitación para encontrarme con Megumi y Itadori, acompañados de Satoru.

- ¿Que pasa? ¿Por qué están despiertos tan temprano? - murmuré bostezando.

- Ay, Mikumi-chan, pero sin son las cinco de la tarde - Se burló mi maestro.

- Pues, yo seguiré durmiendo - Me encogí de hombros.

- Si, descansa, mañana iremos temprano a recoger a vuestra nueva compañera - Murmuró mientras se iba.

- Itadori, creo que no nos hemos presentado - Sonrió viendo como mi hermano entra de nuevo a su habitación.

- Pues, creo que ya te sabes mi nombre - Asentí.

- Mi nombre es Mikumi Fushiguro, hermana de Megumi - Sonrió y el me mira sorprendido.

- ¡Wow!, No sé parecen en nada - Me rio de su comentario.

- Lo sé, por eso nunca nos creen - Reímos un poco.

Hablamos de muchas cosas y ahora sé que nos llevaremos bien.

- Bueno, te dejo descansar, hasta mañana - Se despide Itadori.

- Hasta mañana, Itadori, fue un gusto conocerte - Me despido y cierro mi puerta cuando el sale.

Entro de nuevo en mis sabanas y mis pensamientos se desvían a aquella maldición indomable.