Capítulo 40

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No me han dejado salir del palacio por un tiempo, según Sukuna es para que pueda recuperarme correctamente.

Él desaparece durante toda la tarde y la mañana, a lo mejor se va a buscar alguno que otro hechicero a quien molestar.

Camino a la gran cocina del palacio, a la cual me cuesta llegar ya que está muy lejos. Mis movimientos son perezosos y automáticos.

Desde la pelea con Yuta no he podido dormir bien y mucho menos puedo seguir con mi vida como antes. Me arrebataron todo.

Esperanza, felicidad, amor.

No queda nada por lo que luchar.

Avanzo por el largo pasillo hasta que un cuadro cae detrás de mi, me detengo y volteo a ver el cuadro que cayó al piso el cual emana energía maldita.

Algo me resulta familiar en esta energía, levantó el cuadro y lo pongo en su sitio aún extrañada por la sensación familiar.

—¿Que sucede?—Escucho la voz de Sukuna.

Volteo a verlo y parpadeo lentamente sin ganas de hablar, el está observando detrás de mi con la mandíbula apretada. Volteo a ver qué mira pero no veo nada.

Sus puños se aprietan y sus cejas se fruncen mientras sigue mirando algo en mi espalda.

Volteo nuevamente pero no veo nada.

—¿Que te pasa?—Hablo por primera vez en días sacándole de su trance.

—Nada—Puedo sentir su mentira.

No digo nada más y paso por su lado para seguir mi camino, su mirada no se aparta de lo que tanto ve a mi espalda.

Ignoro la sensación de manifestación de poder creyendo que el aura pesada es la de él y su poder.

—Mikumi—Vuelve a hablar siguiéndome—Tal vez no debiste lamentarte tanto.

Lo volteo a ver confundida sin saber a qué se refiere exactamente.

El desparece tan rápido como llego y quedo sola nuevamente.

En el camino me encuentro a Uraume quien me dedica la misma mirada que Sukuna, desaparece y la situación me confunde más.

Por la noche divago por los pasillos y me propongo ir a la biblioteca.

Al acercarme escucho susurros provenientes del salón, me acerco para escuchar su nombre.

—Este caso ya se había visto antes—Es la voz de Uraume.

—En Yuta Okkotsu—Escucho a Sukuna.

¿De que están hablando?

—Señor, con todo respeto—Uraume está nervioso—Solo ella puede romper la maldición.

—No puedo decirle que lo maldijo, ¿La has visto?—El enojo de Sukuna es aterrador—Si le digo que maldijo a...

No puedo escuchar más porque la puerta se abre de repente dejándome expuesta, ambos me miran sorprendidos.

—¿De que están hablando?—Pregunto.

—Te dije que te quedaras en cama—Es Uraume quien habla—Vamos, mi señora. Tiene que descansar.

Prácticamente me arrastra a la habitación, se retira y espero la llegada de Sukuna para poder llenarlo de preguntas.

Inesperadamente, hoy no viene a la habitación.

¿Será esta una buena decisión? || Sukuna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora