Capitulo 3

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Desperté al siguiente día por la mañana, hice mi rutina y salí de mi habitación ya lista.

Afuera me esperaban todos.

- De nuevo - Me dijo Megumi.

- Deberías dejar esa costumbre de siempre llegar tarde - Murmuró mi maestro.

- Creo que lo aprendí de ti - Reímos y unos minutos después estábamos camino a nuestro destino.

Al observar a nuestra nueva compañera me dió un poco de curiosidad.

Nos presentamos unos a otros y ella simplemente suspiró.

- ¿Acaba de suspirar? - Hablamos al mismo tiempo Itadori y yo.

Luego de eso, llegamos a nuestro destino y todos, excepto Megumi y yo, se decepcionaron.

Después de las órdenes de Satoru, entraron en acción.

Megumi y yo nos quedamos afuera del edificio, mientras que los demás exorcisaban a la maldición.

•••

Estaba despidiendo a Satoru junto a Itadori.

- Me trae un recuerdo - Le recordé a mi maestro.

- Si, si - Después de eso, se marchó.

- Bueno, vamos Itadori - Empeze a caminar sin ver si él me seguía.

- Así que... ¿Mikumi? - Me paralicé por completo al escuchar esa voz.

- ¿Sukuna? - Pregunté aún sin voltear.

- ¿Esperabas a alguien? - Podía escuchar la gran sonrisa en su voz.

Voltee finalmente para encontrarme al rey de las maldiciones.

- ¿Viniste a rematarme? - Pregunté irónica.

- La vez anterior ni siquiera te toqué - Se encogió de hombros.

Oh por dios, se veía tan...

No, no, es el maldito rey de las maldiciones y ese es el cuerpo de Itadori.

- ¿Enserio? - Alcé mi ceja irónicamente - Pues termine muy herida.

- Esa fue aquella maldición que maté, no yo - Se acercó más a mi - Nunca te haría daño.

Estábamos tan cerca que podía sentir su respiración.

- Alejate de mi.

- ¿Por qué me dices eso mientras te acercas a mi? - su sonrisa se hizo más grande de lo que ya era.

Y ahí me di cuenta, que quien se estaba acercando, era yo, inmediatamente me aleje lo más lejos posible.

En un pestañeo el ya estaba de nuevo cerca de mi.

- No huyas de mi, cariño - Susurro mientras su mano acariciaba mi cabello.

¿Por qué me atraía tanto esta maldición?

Me acerqué más a él, pero reaccione antes de que nuestros labios se tocaran.

Me aleje nuevamente lo más lejos posible.

- Quiero a Itadori de vuelta - Susurré como si él fuera a hacerme caso.

Y sorprendentemente, si lo hizo.

En un segundo, Itadori estaba cerca de mi, inspeccionando que no me hubiera pasado nada y disculpándose por el mal rato que me hizo pasar.

Cuando el rey de las maldiciones no hizo más que confundirme y poner a mi corazón a latir como loco.

¿Será esta una buena decisión? || Sukuna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora