Cap. 14.- La bestia marina

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La estancia en Gusu Lan resultó ser tranquila y sin mayores contratiempos. A pesar del disgusto inicial de Lan Qiren hacia Wei Ying, al reconocer el carácter travieso de su madre en él, debía admitir que el joven era respetuoso del lugar y sus reglas. Al menos de cara hacia afuera: puertas para adentro, el muchacho se las arreglaba para romper la mayor cantidad de reglas posibles sin que nadie se enterara.

Y finalmente, llegó el día en que a los jóvenes se les permitió visitar el lago Biling, en la ciudad de Caiyi. El paseo tenía dos objetivos: el primero, era darle a los estudiantes una oportunidad de relajarse fuera de la secta; y el segundo era investigar una amenaza marina que no parecía ser demasiado grande. Esto les serviría de entrenamiento para aplicar todo lo aprendido en estos meses.

—A Yurou le encantaría este sitio —dijo Xue Yang metiendo una mano al agua.

De inmediato un pequeño pez se acercó a su barca, jugando con el joven antes de volver a las profundidades.

—Sí, es una pena que no permitan mascotas en Gusu Lan —dijo Zhang Chengling con simpatía—. Shifu debe estar cuidando de él ahora, no te preocupes.
—De lo contrario alguien ya lo habría hecho puré por lo revoltoso que es —dijo Wei Ying cruzando los brazos detrás de su cabeza.
—¿De quién están hablando? —preguntó Jiang Cheng.
—De mi perro —dijo Xue Yang—. Es una mascota espiritual. Espero que lo conozcan pronto.

El joven frunció el ceño, dirigiendo la vista nuevamente al agua. Mo XuanYu y Bai Qing fueron los primeros en darse cuenta de que algo andaba mal. Xue Yang se puso en pie rápidamente y exclamó:

—¡Todo el mundo arriba! ¡Hay demonios de agua!

Ninguno de los cuatro chicos, que habían crecido juntos como hermanos, era ajeno a los demonios de agua: algunos de ellos habitaban la isla de Agua Negra y solían ser juguetones con ellos. Sin embargo, los que ahora atacaban el lago y se apoderaban de las embarcaciones, eran salvajes e indomables, dispuestos a devorar todo lo que estuviera en su camino. Fue cuestión de tiempo para que los jóvenes cultivadores montarán en sus espadas y se elevaran en el aire. Wei Ying subió a Zhang Chengling a su lado, Xue Yang tomó a Lu Ta y Mo XuanYu sujetó a Bai Qing, que sostenía un arco en su mano.

De inmediato, los grupos se dividieron en dos: un grupo se dispuso a atacar a los demonios acuáticos mientras el otro ayudaba a la evacuación de la gente que se encontraba cerca. Una vez la gente estuvo a salvo en tierra firme, el segundo grupo se unió al primero en el ataque. Los demonios acuáticos, acorralados por el ataque de los cultivadores, se fusionaron en un intento de resistir los ataques, convirtiéndose en una gran bestia marina, cuyos tentáculos de energía oscura se abalanzaban contra los jóvenes para arrastrarlos a la profundidad.

—¿Por qué vienen hacia mí? —soltó Xue Yang con indignación.
—No lo sé —dijo Wei Ying con evidente sarcasmo—. Supongo que no tiene nada que ver con que seas el sobrino del Señor del Agua, o que seas el hijo del rey demonio Agua Negra.
—¡Cállense! —gritó Bai Qing, lanzando una flecha que cortó varios tentáculos de un solo tiro—. No es el momento.

Lan WangJi y Jiang Cheng, acompañados por los hermanos Jin, sobrevolaban el lugar cortando los tentáculos que aparecían en el aire. Para sorpresa de todos los presentes, el monstruo marino comenzó a elevarse hasta la superficie dispuesto a devorar la energía de los jóvenes; dejando al descubierto un brillante núcleo rojizo enmarañado en un montón de almas unidas apresuradamente.

—¡Allí! ¡Solo tenemos una oportunidad!

Wei Ying sobrevoló a la criatura para atraer la atención de los demás, y dijo:

—Hay que mantener su atención sobre nosotros, para que uno pueda atacar a su centro.
—¿Por qué hemos de hacerte caso? —replicó Jin ZiXuan con petulancia.

Wei Ying se encogió de hombros, haciendo un aspaviento con la mano para liberar un enjambre de mariposas que se desperdigó atrayendo la atención de la criatura, y dijo:

—Haz lo que quieras. ¡XuanYu, tu turno!
—¡Ya voy! —gritó Mo XuanYu.

Xue Yang se apresuró a llegar a su lado, y Bai Qing saltó del sable de su hermano a la espada de su amigo. En ese momento, Mo XuanYu se dirigió hacia el demonio acuático y saltó de su arma, tomando el sable por la empuñadura en un movimiento fluido que lo dirigió inmediatamente hacia el centro del monstruo. La hoja del sable atravesó el núcleo de la criatura y, con un movimiento de palanca, Mo XuanYu lo rompió separando así a los demonios que lo conformaban. Wei Ying lo atrapó del brazo antes de que cayera al agua y ambos se elevaron sobre la espada.

—Se fueron —dijo Xue Yang acercándose a ambos.
—¿Hay una forma de rastrear su origen? —preguntó Wei Ying.
—No es necesario —dijo Jiang Cheng señalando hacia una dirección en el horizonte.

Un solo vistazo bastó para saber a qué sitio se dirigía la velada acusación de Jiang Cheng y nadie más dijo nada. Después de todo, nadie podía darse el lujo de ofender a Qishan Wen con acusaciones que no podían probarse.

Una segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora