Cap. 28.- Persecución

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Pero nada estuvo bien.

—¡Por aquí! ¡Rápido!

Xue Yang jaló a Mo XuanYu, sacándolo de la línea de tiro en el momento que encantamientos explosivos hicieron levantarse la tierra. El joven usó su mano libre para manipular su abanico, liberando pequeños peces hueso que se movieron impulsados por el viento. Uno de éstos se desvió del camino, dispuesto a mandar una señal de alerta mientras el resto se movía para impedir el avance de los enemigos; permitiendo a los muchachos poner distancia de por medio.

Ambos habían pasado un mes infiltrados en el clan Wen, tratando de averiguar el paradero de Wei Ying. Durante ese mes, habían registrado subrepticiamente las prisiones con las que el clan contaba sin tener éxito, y al mismo tiempo aprovecharon la oportunidad de espiar qué clase de trucos malvados estaban inventando los Wen para la guerra. Los dos jóvenes se llevaron la sorpresa de que estaban experimentando con el cultivo demoníaco, esclavizando fantasmas para obligarlos a ocupar cuerpos de personas fallecidas. Los experimentos más crueles incluían refinar a los fantasmas en venenos y píldoras a base de su energía resentida.

Estaban jugando con el reino fantasmal. Eso era algo que dioses y fantasmas debían saber.

Tal vez fue por eso que los descubrieron. Y ahora, su prioridad era huir.

—Dime que lograste informar todo —dijo Mo XuanYu, sin dejar de correr.

—Lo hice, junto con el pedido de auxilio —dijo Xue Yang.

Así podrían concentrarse más en huir. Ambos se detuvieron un momento, el tiempo justo para tomar sus espadas y montar en ellas, surcando los cielos rápidamente. Xue Yang agitó el abanico suavemente, usando el viento para impulsar sus espadas. De repente, algo los impactó y ambos cayeron al suelo estrepitosamente.

—Vaya, vaya, mira lo que tenemos aquí —dijo Wen Chao, fijando su atención en Xue Yang, y su semblante ufano se convirtió en uno de furia—. Tú y yo tenemos cuentas pendientes, imbécil.

—Ah, ¿es por qué te dejé sin tu ramera? —se burló Xue Yang—. Que triste debes estar, no tienes quién sea capaz de soportarte para calentarte la cama.

El joven se echó a reír a carcajadas. Su exabrupto fue interrumpido por una patada que Wen Chao le dio en el pecho, quitándole el aire. Mo XuanYu trató de auxiliarlo, pero Wen Xu lo tomó por sorpresa al golpearlo en la espalda. Ambos fueron tomados como prisioneros y fueron llevados al acantilado de los túmulos funerarios; lo primero que fue arrojado fueron las armas de los dos.

—Buena suerte tratando de encontrarlas —se burló Wen Chao.

—Joven maestro, ¿qué hacemos con esto? —preguntó uno de los guardias agitando el abanico de Xue Yang.

—Es un tonto abanico... Dámelo.

Wen Chao le arrancó el abanico al guardia, lo abrió, y lo desgarró por la mitad, arrojándolo por el acantilado. Entonces, sin previo aviso, le dio un puñetazo en la cara a Xue Yang, seguido por otro, y otro más.

—Eso es por Wang Lingjiao —dijo.

—No me arrepiento de nada —dijo Xue Yang, riendo—. Se llevó lo que se merecía.

—Bastardo infeliz.

Nuevamente, las risas de Xue Yang se detuvieron por un ataque. Esta vez, Wen Chao lo apuñaló en el estómago, lo sujetó del cuello violentamente y lo arrojó por el acantilado. Mo XuanYu, inmovilizado, observó impactado lo que había sucedido; no tuvo tiempo de procesar lo que acababa de pasar: Wen Xu lo sujetó del cabello y estrelló su cabeza contra el suelo con fuerza, lo soltó solamente para patearlo en el estómago en repetidas ocasiones, y miró hacia el acantilado.

—¿No buscabas a Wen WuXian? —inquirió con sorna—. ¡Pues ahora vas a reunirte con él! ¿Por qué no averiguas si él podrá salvarlos?

Y, tras decir esto, Wen Xu arrojó a Mo XuanYu por el acantilado.

Una segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora