Cap. 12.- La villa Siji

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El viento soplaba con gentileza, trayendo toda clase de aromas florales consigo y hacía crujir las ramas de los árboles con su movimiento. Todo alrededor era pacífico y lleno de energía.

Esta era la tierra de Nanjiang.

Los años habían pasado con la suavidad de una hoja sobre el agua. Los niños que habían llegado como aprendices de la única secta permitida en el lugar eran ya adolescentes, y habían aprendido las costumbres del lugar que se había convertido en su segundo hogar.

—¡Wei Ying, vuelve acá en este momento!

Xue Yang corrió tras Wei Ying con la espada en alto. El joven hizo un aspaviento con la mano y una oleada de mariposas apareció justo antes de ser embestido por Mo XuanYu; ambos cayeron al suelo con un fuerte estrépito y Xue Yang se echó a reír con fuerza.

—¡Son unos idiotas! —gritó Bai Qing a la distancia.

Mo XuanYu se puso de pie y dijo:

—Gané. Todos ustedes me deben un baozi.
—¿Todos? —preguntó Wei Ying.

De unos arbustos cercanos salieron dos jóvenes, uno vestido de negro y el otro con túnicas claras. Eran sus mayores, Lu Ta y Zhang Chengling, los primeros discípulos del maestro de la villa Siji; el cual se acercaba a ellos con paso apresurado.

—¿En qué están perdiendo el tiempo ahora? —preguntó Zhou ZiShu cruzando los brazos.
—Estabámos entrenando, Shifu —dijo Zhang Chengling con seriedad.

Zhou ZiShu arqueó una ceja, escéptico, y Zhang Chengling añadió:

—Fue idea de Shishu.
—Pequeño traidor —dijo otra voz apareciendo de repente.
—Lao Wen, no puedes culpar a Chengling por saber lo que le conviene —replicó Zhou ZiShu con una sonrisa.

Wen KeXing negó con la cabeza. Wei Ying se puso de pie y dijo:

—Eso quiere decir que me usaron como carnada. ¿Qué tipo de entrenamiento fue ese?
—Solo queríamos ver quién te emboscaba primero —dijo Xue Yang—. Les dije que no dejáramos jugar a Mo XuanYu, no iba a ser justo.

Mo XuanYu puso los ojos en blanco y dijo:

—Llorón.
—¿A quién le llamas llorón? —increpó Xue Yang.
—Bueno, basta —dijo Bai Qing, acercándose—. Gege, no molestes a mi amigo.

Zhang Chengling juntó las manos en un gesto de saludo y dijo:

—Señorita Bai.
—Joven maestro Zhang —saludó Bai Qing con una sonrisa.
—Eh, cuida a dónde estás mirando —replicó Mo XuanYu, añadiendo—. Y tú también, Xue-xiong.
—No estoy mirando a ningún lado —dijo Xue Yang, disimulando.
—Que pena, porque la señorita Wen está por aquí —dijo Wei Ying.
—¿Dónde?

Wen KeXing entrelazó el brazo de Zhou ZiShu con el suyo y recargó la cabeza en su hombro, mirando a los chicos ir y venir.

—¿No estás feliz, A-Xu? —preguntó—. Tenemos más niños a nuestro cuidado.
—Son demasiado escandalosos —replicó Zhou ZiShu—. Realmente me engañaron en la conferencia de Fengdu.
—Pero también son hábiles.

Dos jóvenes se acercaron en ese momento. Eran dos hermanos que habían sido adoptados por la pareja desde que eran niños; sus padres huían de una persecución provocada por el líder de su clan y solo los dos menores habían sobrevivido.

—El Gran Chamán acaba de llegar —anunció Wen Qing.
—¡Shifu! —exclamó Lu Ta, corriendo.

Wu Xi recibió a su discípulo con alegría. El hombre de blanco a su lado sonrió levemente antes de decir:

—¿No hay saludo para mí?
—Siempre lo hay —dijo Lu Ta, acercándose.

Jing Beiyuan abrazó al muchacho. Zhou ZiShu apretó el brazo de Wen KeXing y dijo al notar la mirada de su pareja:

—Lao Wen, no frente a los niños.

En general, las cosas estaban tranquilas. De repente, Wen Ning se acercó a Zhou ZiShu y le entregó un sobre, diciendo solamente:

—Es de Gusu Lan.

Una segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora