Durante ese fin de semana, Barcode no dejaba de escuchar cómo su madre hablaba pestes del vecino que vive en la casa frente a la de su familia. Podían verlo a través de la ventana de la cocina, mientras él hacía arte pintando un nuevo cuadro, y ellos dos estaban lavando los trastes utilizados durante ese día.
—Ese vagabundo, sabrá uno qué hace para sobrevivir. Porque dudo mucho que alguien en su sano juicio pague por esas pinturas absurdas —despotricaba la mujer, siempre en contra de toda expresión artística.
Si tan solo supiera que su hijo menor estaba interesado en una de las ramas del arte, precisamente la música, nuevamente se sentiría decepcionada de él.
—Y además tiene esos modos tan... —hizo una mueca de desagrado.
—Tan... ¿qué? —le cuestionó Barcode, cansado de escuchar a su madre hablando de ese modo.
Detestaba ese tipo de comentarios despectivos, más aún porque sabía hacia donde apuntaban, a ese discurso de odio hacia la diversidad de sexualidades.
—Ya sabes, muy delicado —respondió la mujer en el mismo tono de desagrado—. Con razón nunca llega ninguna mujer a visitarlo.
—Y si lo visitara una mujer, seguramente harías otro tipo de comentarios sobre él —señaló Code.
—¿Otra vez con la defensa a esos raritos? —su madre se puso a la defensiva—. Creí que todo eso había terminado con lo que le pasó a tu amiguito, porque a mí nadie me engaña, a Henry lo molestaban por ser gay.
Barcode tuvo que pasar ese trago amargo por su garganta, le dolía que su propia familia siguiera opinando de esa manera sobre su mejor amigo. Sin respetar siquiera que él ya no estuviera vivo.
Quería tanto decirle lo que realmente sentía cuando la escuchaba hablar de ese modo, pero sabía que sería como hablar con un muro. No sería escuchado, solo lo ignoraría o seguiría enceguecida sin importarle que lo estuviera dañando con sus palabras. Después de todo, según las propias opiniones de su progenitora, los adolescentes solo se quejan porque quieren llamar la atención, no tienen sentimientos reales que puedan ser heridos.
En silencio terminó de secar cada uno de los platos y demás objetos que su madre había lavado. Escuchaba la voz de ella todavía hablando pestes sobre las personas que, dentro de sus parámetros de normalidad, eran diferentes a lo moralmente aceptable.
Físicamente se encontraba allí, aunque su mente tal como había aprendido en ese tiempo estaba disociada hacia otro lugar. Era la única manera que encontraba para evadir esa realidad.
Una vez que terminó con su labor, se dirigió hacia su habitación con la excusa de que haría tareas. Pero una vez allí en soledad, solo se refugió en el abrazo del arte que tanto amaba, en la voz y las canciones de su ídolo, Jeff Satur, resonando a través de sus auriculares. Al escuchar cada una de sus canciones se sentía menos solitario en éste mundo, ya no tan solo contra el mundo.
Desde que Henry ya no estaba junto a él, era el único recuerdo que le había quedado de aquello que los había unido. Su amigo también era un gran fan de Jeff, pero para su mala fortuna no había tenido la posibilidad de asistir a ninguno de sus shows, y Code solo lo tenía como una promesa por cumplir aunque tuviera que asistir solo.
La voz de su artista favorito también lo acompañaba durante sus días de clases. Hacía más tolerable su permanencia en ese lugar al que consideraba como un infierno en el plano terrenal.
Sus dedos se deslizaban en la pantalla de su celular, mientras observaba una vez más aquellas viejas conversaciones que mantenía con su mejor amigo. Como si aún existiera, solía escribirle para contarle sobre su día aún después de que haya partido. Pero hoy la nostalgia le impedía escribir sobre lo que sentía actualmente, y le llevaba a revisar sus antiguas charlas.
Esbozó una media sonrisa, aunque algo apenado al encontrarse con aquella última foto que había compartido en ese chat donde solo estaban ellos dos. Si su madre leyera el contenido de esos últimos mensajes, probablemente pondría el grito en el cielo.
Después de que su amigo le confesara quién le atraía, le había advertido que en caso de que le gustara algún chico esperaba que no fuera él porque su corazón ya estaba ocupado por alguien más. Y a eso Barcode respondería con una captura que había tomado de la última publicación de Ta en su cuenta de Instagram.
"Si alguna vez me gustara un chico, probablemente sería él", había sido la descripción que enviaría en ese mensaje.
Pero en todo ese tiempo que transcurrió, desde aquella confesión no tan directa sobre quién le gustaba, tantas cosas habían cambiado en la vida de Ta que ya no conseguía aceptar esa posibilidad. No parecía ser aquel chico al que solía admirar, no después de esas actitudes tan confusas que tenía.
—¿Por qué cambiaste tanto? —le preguntaba a aquella vieja imagen.
Después de lo ocurrido a Tutor, Ta había cerrado sus redes sociales, ya no había actualizaciones debido al hate que recibió en ese tiempo. Así que esa fotografía era todo lo que le quedaba, como un recuerdo de quien solía ser el chico que en algún momento había llegado a gustarle.
¡Hola!
Muchas gracias por seguir apoyando la historia.
Estos días van a ver más actualizaciones, porque la idea es para mayo estimativamente estar subiendo la segunda historia de la saga Kiraz Hills. Puede que sea la historia de TutorYim o BibleJeff, porque son los personajes que están más relacionados con esta historia del TaBarcode. Tienen el beneficio de elegir cuál si gustan, por cuál empezaré, ya que ya están leyendo esta historia.
Hoy capítulo corto, pero porque se vienen otros más extensos...
Les deseo un muy bonito día, y buena salud.
Hasta pronto!
Atte. Eddy
P/D: Esto tenía que decirlo, pero F por la doñita porque su hijito está más flechado que yo por Ta, lo siento, pero hetero-hetero no se pudo...mejor suerte con el favorito (?)
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Hate to Admit (TaBarcode)
Fanfiction"Hay sentimientos o verdades profundas que son difíciles de admitir. No siempre todo es lo que parece ser"