Capítulo Diecinueve

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Al día siguiente, cuando supuso que las clases habían terminado, Ta le envió la ubicación al celular de Code para que lo encontrara allí. Él también estaba algo ansioso y nervioso porque se verían en ese lugar tan especial.

Desde que Tutor había caído en coma, Ta concurría asiduamente a ese lugar como el refugio donde podría seguir recordando su amistad presente. Habían hecho en esas paredes juntos muchos graffitis y murales que los representaban, pero había uno en especial que deseaba poder enseñarle a Code. Ahora estaba seguro de que era el momento correcto para hacerlo.

Tras recibir el mensaje, Code no ocultó su sorpresa por ver que la ubicación del lugar al que lo invitó, era una vieja fábrica de trenes. El menor desconocía completamente la razón por la cual hizo esa elección, porque desde luego nunca imaginó que el mayor le habría dedicado un mural en ese sitio.

Ta lo esperó en la entrada indicada, para que no se perdiera al ingresar a la fábrica. Sonrió de inmediato al saber que se trataba de él.

—No te preocupes, no hay ratas ni nada extraño dentro...Solo un poco de arte —le expresó con una voz alegre y calmada—. Me habías pedido hace un tiempo que te enseñara alguno de mis murales, así que aquí podrás verlos.

Esta vez sí le ofreció su mano, para poder guiarlo por el interior de ese sitio tan espacioso.

Code sonrió al ver la ligereza con la que Ta tomaba lo de las ratas, pues en realidad sí le preocupaban un poco. A pesar de eso, puso su confianza en el mayor y le tomó la mano para que lo guiara por el interior de la fábrica.

—Gracias... —dijo el menor como muestra de agradecimiento por invitarlo a ese lugar tan especial para Ta, algo de lo que él ignoraba hasta ahora.

Mientras le tocaba la mano, notó cómo su piel era tan suave, lo que le emocionó un poco más.

Lo condujo por algunos de los murales que habían pintado junto a Tutor, contándole sobre ellos y algunas anécdotas que había vivido con su mejor amigo. Code sin saberlo lo había ayudado mucho en esa situación, pues él también se sentía muy solo por todo ese año en que su vida había dado un giro desastroso.

—Pero éste en particular lo pinté solo yo, es una representación de un momento que todavía recordaba nítidamente...

Manifestó cuando se detuvieron frente a un mural, aquel por el cual lo había invitado a encontrarlo en la fábrica. En el mismo podía verse un retrato de Barcode, mientras tocaba el órgano y parecía estar cantando una canción.

Ta sabía que Code había dejado de cantar desde que Henry murió, pero de algún modo quería que el chico recuperara aquello que tan feliz lo hacía, su amor por la música.

El menor apreció el mural en silencio. Al ver la pintura de sí mismo tocando el instrumento, sintió una extraña sensación en su corazón. En ese momento sentía que ese mural le hablaba, hablaba de la música, de su paso por el coro y de un sueño que todavía no se había dado por vencido: que volvería a cantar.

—Es una hermosa pintura, lo lograste captar... —comentó el menor, quien se percató de que su voz estaba temblorosa y se sentía un poco avergonzado.

Ta inspiró profundamente, pues le costaba un poco hablar sobre ese tema. Sonrió con nostalgia antes de volver a hablar.

—Hace poco más de un año, estaba enamorado de esa voz... y de ese chico —le confesó con sinceridad—. Pero me costó volver a encontrarte, no solo porque ya no volviste a cantar, sino también porque yo mismo estaba perdido.

Code no podía creer lo que Ta le estaba diciendo, pues no había imaginado que el mayor, alguna vez se había sentido atraído hacia él. Para no perder la oportunidad, decidió preguntarle directamente.

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⏰ Última actualización: Jul 23, 2023 ⏰

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Hate to Admit (TaBarcode)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora