Capítulo Dieciséis

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Barcode regresó hacia la esquina donde habían quedado en encontrarse con Ta, luego de visitar en su lugar a Tutor, quien todavía seguía internado en el Hospital Central de Kiraz Hills.

—Ya podemos irnos —le comentó, apoyando una mano sobre el hombro de su compañero.

Ta se giró, ansioso por saber qué novedades había sobre su mejor amigo.

—¿Y bien? ¿Pudiste verlo? —le preguntó de inmediato.

—No, pero sí me encontré con Yim.

Para evitar que los encontraran rondando cerca del hospital, se alejaron de allí cuanto antes, y en el camino lo puso al tanto sobre lo que había conversado con Yim. Éste le había comentado sobre la insistencia de las autoridades de la institución para convencer a los padres de Tutor de desconectarlo, queriendo quitarles las esperanzas que aún guardaban de que un día volviera a la conciencia.

Ta pretendió no expresar ninguna emoción al escuchar lo que Barcode le contaba.

—Quiero confiar en que su familia no se dejará doblegar —fue lo único que dijo sobre el tema.

Parecía más un intento de buscar convencerse de ello, que realmente una demostración de confianza en esas personas. Tal vez era recíproco luego de tantas discusiones, ni ellos confiaban en él, que era el mejor amigo de su hijo, ni Ta en la familia de Tutor. Pero todavía creía que ellos no serían capaces de desconectarlo, no cuando aún cabía la posibilidad de que el joven recobrara la conciencia.

—Bien, ¿y ahora a dónde se supone que querías ir? —le preguntó Barcode, en un intento de sacarlo de esa preocupación.

Ta podría intentar esforzarse en no permitir que otros vean cuánto le afectaba la situación de Tutor, sin embargo, Barcode ya lo conocía lo suficiente como para saberlo sin que lo expresara abiertamente.

—No tienes que acompañarme, pero si tienes el día libre no me molestaría que lo hicieras —respondió el mayor.

Code aceptó pasar el tiempo con él, eso era preferible antes que regresar a su hogar. Después de que Fort los acompañara a cenar la noche pasada, sus padres volvieron a insistir en las comparaciones entre ellos dos, y ya no tenía más tolerancia para continuar escuchándolos hablar al respecto.

No tenía la menor idea de a dónde irían, pero luego de recordar lo que había ocurrido el día anterior con la patineta de Ta, no le sorprendió que fueran a comprar una nueva. Lo que sí no esperaba fue la sugerencia del chico sobre enseñarle a andar en skate.

Siendo en fin de semana, era normal ver circulando a otras personas en el parque, aún así consiguieron un espacio libre para las lecciones.

—Oh vamos, no es tan difícil —insistió Ta, riendo después de la última caída de Code.

—Como si tú no te hubieras caído cuando estabas aprendiendo.

—Sí, pero al aprender a hacer algunos trucos, no sólo por moverme de manera recta en una distancia corta.

Ta todavía estaba sonriendo al extender su mano para ayudarlo a incorporarse, luego de dudarlo por algunos segundos Barcode aceptó su gesto.

—¿Estás bien? —le preguntó el mayor, todavía manteniendo el agarre de sus manos cruzadas.

Fue el menor quien rompió con esa cercanía, cuando notó a un par de señoras mayores que pasaban cerca de allí observándolos. Tal vez solo fuera su imaginación, pero en ellas podía ver a su madre y recordando las palabras despectivas que diría por esa simple interacción entre dos hombres.

—Sí, estoy bien, pero creo que prefiero otras actividades menos adoloridas —respondió, después de un momento, dándose por vencido en ese intento de aprender a andar en skate.

Hate to Admit (TaBarcode)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora