Capítulo Quince

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Volver a encontrarse con Ta al siguiente día, y no mencionarle el encuentro que tuvo con Boss, fue bastante complicado para Barcode. No le agradaba tener que mentirle u ocultarle algo más, no ahora que había ganado su confianza. Sin embargo, suponía que debía existir alguna razón por la cual el hermano mayor del chico necesitaba mantener su regreso a Kiraz Hills en secreto, hasta de su propia familia.

—Voy a empezar a creer que perdiste tu bicicleta, por estar así de distraído —bromeó Ta, cuando notó que solo él estaba encargándose de terminar de pintar el muro—. A menos que creas que por ser tu último día de castigo no necesitas hacer más nada.

—Lo siento, estaba pensando en algo —se disculpó, volviendo a poner manos a la obra para evitar hablar de ese detalle.

—Por cierto, ¿qué ha pasado realmente con tu bicicleta? Hace días que no vienes en ella —continuó indagando.

Era un tema que le había causado curiosidad durante los últimos días, pero no había tenido oportunidad para preguntarle antes.

—Ah, tuve que llevarla a arreglar —mintió Barcode, hasta el momento se las había arreglado muy bien para no tener que hablar al respecto.

Temía causar en Ta una reacción que lo pusiera en peligro, si se enterara de que los acosadores a los cuales tenían como enemigos se la habían arrebatado.

—¿Por qué? ¿Qué le pasó?

—Nada, solo...un accidente.

—¿Por qué no me habías dicho?

Barcode se alejó unos pasos, pretendiendo que no había escuchado esa pregunta que no quería responder.

—Code —lo llamó una vez más.

—No lo sé, Ta, no fue nada importante como para mencionarlo.

—Podría haberte acompañado a tu casa...

—Bueno, me acompañas hoy y ya —se le salió tan de repente de su boca que no lo llegó a pensar con claridad.

—Qué animado pareces de que vaya contigo —le dijo Ta de manera irónica, por la reacción del otro al elevar el tono de su voz al aceptar que lo hiciera—. Descuida, no te llevaré hasta la puerta de tu casa, si esa es tu preocupación.

Después de esa situación se produjo un silencio bastante incómodo, hasta que la hora de castigo se cumpliera. El preceptor llegó hasta ellos, lucía bastante ansioso, pero no fue hasta cuando habló que Ta se daría cuenta de ello.

—Bueno, ya pueden retirarse. Barcode, espero no volver a verte por aquí —le aconsejó, dando por finalizadas sus dos semanas de castigo—. Y Ta, necesito que te quedes un momento más, para hablar de las pautas de la próxima semana de tu castigo.

Ta no era un tonto, reconocía ese tipo de frases que Jay utilizaba, solo buscaba separarlos para que sus protegidos cometiran alguna de sus fechorías.

—El lunes lo hablamos —le dijo de manera tajante.

—No, debe ser ahora —insistió el mayor.

Barcode se había quedado allí para observar lo que acontecía, y esperar por su compañero.

Ta recogió sus pertenencias y se acercó hasta Code, sin escuchar los reclamos del preceptor.

—Te veo el lunes, Jay —sentenció.

Con su mano libre, pues en la otra sostenía su skate, tomó la mano de Code y lo instó a seguir sus pasos acelerados.

—¿Por qué tanta prisa? —indagó el menor, sin comprender qué estaba sucediendo.

Hate to Admit (TaBarcode)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora