𝐜𝐢𝐧𝐝𝐞𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚

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Creía que los cuentos de hadas solo eran historias ficticias para niños; pero ahora comprobé que pueden volverse realidad sin necesidad de ser iguales a las que conocemos.

Todo empezó en la mañana. Mis pies se dirigían por su cuenta hacia el lugar que más anhelaba llegar. El hambre se apoderaba de mi cuerpo, deseando más poder llegar a aquella panadería que amaba. Tenía el tiempo contado pero mi estómago me decía que tenía que parar por algo de comer.

Miré en la vitrina todos los postres que se exhibían. Desde donas recién horneadas hasta pasteles con decoraciones llamativas; pero al final me decidí por un panecillo simple. Solo quería saciar mi hambre antes de comenzar mi jornada laboral.

Me acerqué hacia la chica que atendía el lugar y pagué el precio de mi panecillo una vez que me lo entregaron. Se veía tan exquisito y desprendía un aroma increíble. Por un momento sentí pena por comerlo; era tan perfecto para ser arruinado en dos bocados.

Caminé hacia la salida, con el fin de dirigirme a mi oficina comiendo, pero un golpe y cosas cayendo al piso me detuvieron.

Había chocado con un joven tirando todas sus cosas al piso; junto a él también cayó mi panecillo.

Quise ayudarlo, pero parecía apurado. Recogía sus cuadernos con prisa y torpeza; y acomodaba sus papeles con desorden.

Solo tuve unos segundos para mirarlo por completo. Su rostro era muy fino; y parecía tener mi edad. Llamaba la atención con solo unas facciones.

Saliendo de mi burbuja, le entregué un cuaderno que estaba en mis pies. Susurrando un 'gracias' salió corriendo, no sin antes sonreírme antes de doblar la esquina y mezclarse con la multitud.

Miré con pena a mi panecillo en el piso, todo destrozado. Era muy bueno como para ser realidad.

Al unos centímetros, un lápiz negro captó mi atención. Supuse que era del desconocido con el que choqué. Lo levanté y noté que tenía letras talladas en la madera. No se distinguía bien pero parecían ser las letras 'shb' en uno de sus lados.

Como dije, tenía que trabajar. Así que ahora estoy en mi oficina, escribiendo esta pequeña historia de hadas al estilo de la cenicienta.

Con la diferencia de que, en lugar de un zapato, el desconocido dejó un lápiz, lapiz con el cual estoy relatando lo que lees.

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𝐎𝐍𝐄𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ┉ 𝐡𝐚𝐨𝐛𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora