𝐦𝐢𝐧𝐞

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¿Los finales felices realmente existen?

Hanbin vivía un sueño y pesadilla al mismo tiempo. Estaba consciente de lo que había pasado, él sabía lo que había ocasionado.

Más aún así se negaba a todo acto ocurrido dentro de esa habitación de hotel. Aún se negaba a dejar a Hao; se negaba a dejar ir a aquel hombre que realmente amó.

Teniéndolo frente a él, tomó su mano, sintiendo la frialdad de su piel. Ya no se sentía cálida como aquella mañana de verano, ya no era suave. Con lágrimas de dolor cayendo de sus ojos, se dirigió a él con toda impotencia posible.

─ Te odio por hacerme sufrir.

¿Enserio él había ocasionado todo esto? ¿Acaso era todo su culpa?

No podía soltar la mano que un día lo acarició, que un día le brindó paz. Llevó su mano a su rostro con lentitud, mirando cada facción de este; desde sus labios ya morados como uvas, hasta sus ojos sin brillo, vacíos.

Su mirada estaba fija en un punto nulo; esos ojos oscuros no transmitían nada, ni tristeza ni pena; y era obvio, Hanbin sabía el porque.

─ Pero aún así te sigo amando.

Observó cada rincón de la habitación alumbrada únicamente por una lámpara a medio apagar, pero aún así logro distinguir esa mancha sobre el piso que solo lo inquietaba.

El rojo sobre el suelo brillaba con tanta intensidad que parecía irreal. Luego miró sus manos, teniendo la misma tinta carmesí enmendando su color.

Frente a él tenía un espejo que reflejaba su cuerpo y el de su acompañante. Contempló la imagen que tenía sobre sus ojos, y sin razón aparente se echó a reír mientras aún sostenía la mano ajena con fuerza.

Su risa escalofriante aumentó en volumen y por primera vez en toda la noche se puso de pie soltando el cuerpo del mayor.

─ ¿De verdad creíste que podías dejarme, Hao? ¡¿De verdad lo creíste?!

Importándole poco la hora, Hanbin gritaba con todo su odio acumulado, escupiendo palabras sin recordar que el otro no podía oírlo.

─ Nunca me alejaré de ti, porque eres mío. ¿Entiendes? Únicamente mío.

La risa que hace momentos estaba presente pasó a cambiar a un llanto incontrolable en segundos. Hanbin derramaba lágrimas que empapaban sus mejillas y sus lamentos de dolor eran oídos por toda la habitación del hotel en el que se hospedaba.

El espejo frente a él pagó las consecuencias. Sus manos, cargadas de impotencia, se estamparon contra el vidrio, rompiéndolo en pedazos que caían al suelo.

─ Te odio, Zhanghao.

Miró su reflejo en un pedazo de vidrio manchado por su propia sangre y con repugnancia escupió en él, mirándose con desprecio. En su interior deseaba ser otra persona, ser esa persona.

─ Pero más te odio a ti, Sung Hanbin.

Sentía que su corazón dolía, pero no podía más con ese sentimiento de odio interno que cargaba desde aquella mañana.

Sus ojos seguían derramando lágrimas, sus mejillas estaban humedecidas; pero su cuerpo actuaba de manera propia, su mente ya no trabajaba.

Al visualizar una silla frente a su cuerpo, destruyó todo a su paso, mientras sus gritos y llanto parecían no tener un fin.

Ya es tarde para salvar lo que está muerto, ¿verdad?

Aún llorando, tomó una botella de vino que en la mesa se encontraba y se sentó al lado de Hao, acomodando su cabeza en el hombro ajeno, tal cual como hacían cuando empezaron su romance.

𝐎𝐍𝐄𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ┉ 𝐡𝐚𝐨𝐛𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora