𝐜𝐨𝐧𝐟𝐞𝐬𝐬𝐢𝐨𝐧

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─ ¡Apágalo!

─ Pero si recién comienza...

─ ¡Apágalo por favor!

Con la imagen congelada en aquel televisor, Zhanghao abrazaba sus piernas mientras ocultaba su rostro sobre el sillón; teniendo en frente a Hanbin, quien reía por la situación.

─ Eres muy miedoso.

─ ¡Cállate! Estoy molesto.

─ Yo no te hice nada.

El mayor levantó su rostro dejando al descubierto sus ojos brillantes. Parecía que iba a romper en llanto en cualquier momento. Hanbin, con una sola mirada lo comprendió; se acercó a su cuerpo lo cubrió a la par que acariciaba su cabello.

En ese momento no le interesaba la película suspendida en el aparato frente a ellos, o el sonido del microondas indicando que los aperitivos estaban listos; solo quería pasar un buen momento con su amigo.

─ Está bien, cambiemos de película.

Al querer levantarse del sofá, el cuerpo del pelirrojo a su lado lo tiró de nuevo hacia su lugar, obligándolo a permanecer quieto y aprisionado debajo de sus piernas.

─ ¿Puedo poner My Little Pony?

─ Bromeas, ¿verdad? ─el castaño bufó y contuvo la risa por las palabras del mayor.─ ¿Me hiciste detener Annabelle para que ahora pongas My Little Pony?

─ Pero My Little Pony habla de la magia de la amistad, no de una muñeca diabólica que quiere tu alma.

─ ¡Ay Dios Mio! Eres un dramático.

─ Y tú un loco. ¿Cómo te pueden gustar todas estas cosas?

─ Me gustas tú y no me quejo.

Silencio; todo ruido que había segundos atrás se esfumó por completo. Zhanghao parecía ser una estatua por el shock. ¿Acaso había escuchado bien?

Hanbin se cubrió los labios al instante con las mejillas rojas cual tomate. Sin querer había confesado sus sentimientos y ahora no sabía que hacer.

Como si se tratara de flash, Hanbin salió corriendo hacia la cocina dejando a un Zhanghao confundido y sorprendido sin olvidar sus palabras. ¿Acaso le gustaba a su mejor amigo? ¿Podría corresponder a sus sentimientos? Un pizca de esperanza se encendió en su corazón.

Se levantó del sillón y lentamente caminó hacia la cocina, encontrándose a un Hanbin tan nervioso al punto en que sus manos temblaban; el refresco que sostenía se derramaba por el temblor de sus dedos. Su rostro mantenía las mejillas rojas y el ceño fruncido, tan tierno a la vista del mayor.

En un acto rápido, abrazó al menor por detrás, hundiendo su cabeza en su cuello y riendo con suavidad. Acto que tomó por sorpresa al castaño, quien saltó por el susto.

─ Binnie, ¿quieres salir?

Hanbin se atragantó con su propia saliva al oír aquello. ¿Salir? Pero si apenas se le había confesado y de la forma más estúpida posible.

─ ¿Salir? ¿Estás seguro?

─ ¿Piensas quedarte en la cocina toda la tarde?

Ah, era eso. El castaño se golpeó mentalmente para dejar de imaginarse cosas falsas que terminarían ilusionándolo.

─ Ah...si, salgamos.

Ya fuera, en la sala, el par de amigos ni siquiera se dirigía la palabra. Cada uno estaba absorto en sus pensamientos, con temor de incomodar al contrario.

─ Yo...

Ambos hablaron al unísono, causándoles una pequeña risa. Hao apagó la televisión y dejó que su menor hablara.

─ Yo...lamento lo que dije sin pensar. Debería aprender a cuidar mi boca, pero me siento libre de haberlo confesado. Es que...joder, eres muy atractivo y...no puede ser, lo dije otra vez...

Hanbin fue detenido debido a que unos labios se estamparon contra los suyos, haciéndolo callar inmediatamente.

El pelirrojo se separó lentamente, dejando al castaño inmóvil por novena vez en el día. Sonrió por la expresión en su rostro; se veían lindo.

─ ¿Decías?

─ Hao hyung...¡Zhanghao! ¿Qué te pasa?

─ Hablabas muy rápido y tenía que detenerte de alguna forma.

─ Existen mejores maneras, por si no sabías.

─ Ah bueno, gracias. Las aplicaré en la próxima.

─ Dios, que insoportable eres.

─ Lo sé. Tú también lo eres, menos cuando te poner rojito, ahí si eres lindo.

El mayor tocó la nariz del castaño y este se ocultó en el sillón para no hacer visible su sonrisa boba. ¿Por qué era tan complicado ahora?

─ Ven aquí.

Con su brazo, atrajo el cuerpo de su amigo hacia él y lo envolvió en su pecho, encendiendo la televisión y poniendo lo que deseaba desde hace horas.

─ Ay no. No me jodas con eso.

─ ¡Shhh! Silencio, que Pinkie Pie está hablando.

─ Pareces un niño de cinco años.

─ Y tú un viejo amargado de cincuenta.

Cuando el castaño frunció el ceño, el pelirrojo no hizo nada más que besar la punta de su nariz, causando que ambos se sonrojaran.

Por ahora, solo disfrutarían de su caricatura. Luego se encargarían de lo suyo; todo gracias a una inesperada confesión.

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𝐎𝐍𝐄𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ┉ 𝐡𝐚𝐨𝐛𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora