EPÍLOGO

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CINCO AÑOS DESPUES.


PAULA. 


Subo a la terraza de la galería después de recibir un mensaje que Jared. 

Apenas pongo un pie me froto los brazos porque el frío invernal de Paris me recibe de frente. 

-Hola -saludo. 

Todo está oscuro. Espero no sea una de sus bromas. 

-Estoy acá -grita. 

Camino hasta donde su voz se escucha y en cuanto doy la vuelta me quedo estática. 

-Sé que esto es un poco trillado, pero reuní las cosas que más adoras de Paris. La galería, la vista de la Torre Eiffel y yo -dice y pone esa encantadora sonrisa que usa para conseguir las cosas. 

-¿Qu-e? -tartamudeo. 

Me quedé sin palabras en cuanto vi que monto toda una cena romántica en el techo de mi galería de arte sin que me diera cuenta. 

-Han pasado dos años desde que me diste la oportunidad de hacerte feliz y cinco desde el día que te deje en ese aeropuerto. Te conozco de toda la vida y nunca quise dejar de intentarlo. Antes fui un estúpido, pero quiero pasar el resto de mis días compensando todo el dolor que la vida te ha hecho pasar y no sé si sea suficiente todo el amor que siento por ti, pero espero que sí porque no podría volver a ser solo un espectador en tu vida -. 

Se pone de rodillas y pongo mis manos sobre mi boca con sorpresa. 

-Cásate conmigo Paula. Prometo que seré el sujeto que no se cansara jamás de adorar cada parte de ti -susurra. 

De repente en lugar de pronunciar el tan esperado sí, viene a mi mente el rostro que jamás pude olvidar. La cara de aquel adolescente que reparo y luego volvió a romper mi corazón en mil pedazos nubla uno de los días que se supone debería de ser de los mejores de mi vida.

Han pasado cinco años y no he dejado de pensar ni uno solo en él, pero me recompongo y le pido a mi confundida cabeza que piense con claridad. No necesitamos esto ahora.

Jared o JJ como algunos todavía le llaman sigue de rodillas y me regala la sonrisa más dulce del universo. Dejo de pensarlo y digo aquello que debí decir desde un principio. 

-Sí, por supuesto que sí -chillo y corre a abrazarme. 

-Gracias amor -. 

Me besa y le correspondo queriendo entregarle todo lo que tengo, pero siempre queda un resquicio. Ese pequeño milímetro que se quedo en Seattle el día que nos dijimos adiós. El pequeño pedazo de mi que solo le he podido entregar a él cuando el amor no pudo salvarnos.

-Te amo -susurra muy cerca de mis labios. 

-Yo también -. 


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CUANDO EL AMOR NO PUDO SALVARNOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora