EL CHICO MISTERIOSO DEL MUELLE

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PAULA

Son las tres de la mañana, usualmente siempre despierto a esta hora. Las malditas pesadillas que no me dejan dormir nunca, estos demonios no se cansan de abrumarme jamás. Desearía ser un poco más normal así no sufriría hasta en mis sueños y dicen que los ricos no tienen de qué quejarse. Las personas que dicen esas cosas no tienen ni idea de lo que vivimos, de cómo todo el tiempo estamos buscando maneras más complicadas e innovadoras de jodernos la vida, yo estuve así un tiempo, solo buscando como fastidiarlo todo, enojada, aún lo siento, aún siento la furia dentro de mí. Toda esa rabia consumiéndome por no tomar las decisiones correctas y es que soy tan idiota al creer que dejarse llevar es una buen manera de vivir. No me siento única y especial por haberme equivocado; pero si siento que nadie se ha equivocado tanto como yo. Cuando estuve en terapia creí que todo eso se apagaría, que ya no pensaría más en mis malas decisiones, que dejaría de estarme doliendo todo el tiempo todo, pero ese dolor y esa rabia solo buscaron un lugar secreto muy en lo profundo de mi para esconderse y luego volver a salir a hacer daño en la primera oportunidad que yo les diera.

Me acerco a la ventana y la abro.

Extraño Londres, todo me encanta de ahí porque a pensar de él dinero y la buena vida nadie me conoce, puedo ser quien yo quiera ser y hacer lo que yo quiero, lo que amo; sin embargo todo se jodió por mi culpa y no creo que ahora que vuelva pueda volver a verlo igual o Londres verme a mí de la misma manera. No sé si vuelva a tener la misma oportunidad que tuve y deje ir por mis estupideces.

Mis pensamiento se detienen cuando volteo hacia el muelle y veo a alguien parado ahí. Logro distinguir perfectamente todo desde aquí, pero no logro descifrar quien es. La persona está mirando hacia el mar y como un reflejo corro hacia el apagador que está dentro de la habitación junto al sillón y prendo la luz porque quiero verlo.

Vuelvo rápido al balcón, él se voltea y me observa detenidamente al igual que yo. Es un chico un poco harapiento con un libro en la mano y después de unos segundos comienza a caminar. Salgo del balcón y corro disparada de mi habitación. Quiero preguntarle qué hace aquí me ha causado un poco de curiosidad.

Bajo corriendo y llego hasta la parte trasera de la cocina estoy a punto de abrir la puerta y me topo a Michael de frente, apesta a alcohol. No puedo creer que todo el tiempo el problema sea yo cuando esté es el que se la pasa embriagándose y sabrá Dios que más.

-Vaya que ha estado buena la fiesta -y me hago a un lado para que pase.

-Una de las mejores -comienza a caminar sin siquiera mirarme.

-Mejor que nadie te vea así o no te creerán más la pinta de niño perfecto -se detiene y voltea a mirarme.

Mi cuchillo afilado ha logrado penetrar un poco en su orgullo. Suelo ser así con las personas es algo que me caracteriza y es que a veces no puedo cerrar mi gran boca.

-Estamos demasiado lejos de ser perfectos hermana, especialmente tú -acerca su cara hacia mí y me sonríe el muy cabrón.

Trata de devolverme la puñalada, pero no me importa ya debería de saberlo.

Cuando estoy a punto de responderle escucho pasos tras de mí, es la señora de la limpieza.

-¿Está todo bien? -se acerca más y prende la luz.

Nos observa detenidamente. Creo que la hemos despertado porque va con una bata blanca de dormir y los ojos hinchados.

-Si Lili no te preocupes, olvide mis llaves y Paula ha venido a abrirme -Michael se incorpora y se da la media vuelta para irse. e

Ella asiente con la cabeza y hace lo mismo.

Yo apago la luz y regreso a mi habitación. Me recuesto de nuevo.

CUANDO EL AMOR NO PUDO SALVARNOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora