Matar a un dios • Spruan

Healing

La única razón por la que Juan había dejado de llorar, era que se sentía demasiado cansado para seguir haciéndolo. Sus brazos temblaban con mayor intensidad que antes, y el dolor provocado por las marcas no parecía desaparecer, estas habían crecido mas que nunca subiendo por sus codos y quedándose a poca distancia de alcanzar sus hombros, sus dedos estaban engullidos en ese color negro y morado, nunca se había puesto tan mal. El hechicero tallo sus ojos decidiendo levantarse, Spreen tomando esto como una indicación para finalmente acercarse. "Juan!" El mencionado solo paso a su lado sin dirigirle la mirada, los sentimientos de vergüenza volvían a surgir. "... Se que estas preocupado pero ahora mismo quiero estar solo." Dicho esto se encamino al baño encerrándose en el, dejando a un Spreen el cual no sabía que hacer, la ultima vez Juan se había aferrado a el y de alguna forma eso fue de ayuda, pero ahora lo estaba alejando y sabía que presionarlo para que hablara o que al menos lo dejara estar cerca solo empeoraría las cosas. Por primera vez no tenía idea de como podía ayudar a Juan.

Una vez estaba solo Juan respiro profundo, a pesar de no seguir atrapado en aquella alucinación aun podía sentir ese contacto fantasma sobre su piel, se sentía sucio y eso le daba asco. Se miro en el espejo sobre el lavabo, sus ojos se notaban rojos y un tanto irritados gracias al tiempo que estuvo llorando, su apariencia reflejaba con facilidad lo cansado que se sentía en ese momento, el castaño apretó el borde del lavabo sintiéndose frustrado. Pensó que ya lo había superado, que el estúpido dios no iba a poder usar lo que paso en su contra, genuinamente creía que había mejorado tomando en cuenta que las marcas a pesar de seguir presentes eran pequeñas, su magia ya no estaba tan fuera de control como antes, las pesadillas eran cada vez menos comunes y si llegaba a tenerlas el efecto que generaba en el ya no era tan severo. Juan sentía como si estuviera a punto de llegar a la cima de lo que fue su recuperación, únicamente para que Toska lo tumbara hasta el fondo donde comenzó, como si todo el progreso que había logrado simplemente fuera tirado a la basura.

Juan comenzó a escuchar el latido de su corazón en sus oídos una vez mas, volvió su mirada al espejo mirándose a si mismo con odio. Esto no debía haberlo afectado, no fue real fue solo una ilusión sobre lo que paso ... pero se sintió real, no fue como despertar de una pesadilla donde solo tenía algún sentimiento de miedo y donde muchos aspectos se sentían borrosos, esto fue demasiado claro. Se sintió atrapado en esa casa, podía oler la tierra mezclada con su propia sangre, estar ahí otra vez lo hizo sentirse como si se estuviera ahogando, el tacto fantasma le quemaba la piel dejando en claro cada parte que fue tocada en contra de su voluntad y lo peor fue escuchar esa voz otra vez. Juan detestaba el efecto que esa voz tenía en el, solo escucharla le hacía sentir débil, le hacía quedarse helado y sentirse inferior, pero lo peor era la claridad con la que podía escuchar su risa maquiavélica acompañado de esa sonrisa cínica, durante toda la violación ese enfermo jamás dejo de sonreír.

Por un momento en lugar de su reflejo podía ver al dios riéndose de el, mirándolo con ojos hambrientos y Juan actúo sin pensar, grito con fuerza dándole un puñetazo al espejo en un intento de desahogar la frustración, el enojo, el miedo y muchas mas emociones las cuales aun no había sido capaz de procesar. Spreen pensaba darle a Juan el tiempo que necesitara aun si le preocupaba dejarlo solo en ese estado, al menos ese era el plan hasta que escucho algo romperse en el baño y a Juan gritar. "Juan! ¿Qué paso?" Al intentar abrir la puerta se dio cuenta de que estaba cerrada. "Juan!" El hechicero no lo escuchaba, este se quedo viendo su puño notando pequeños fragmentos del espejo clavados en sus nudillos, su mirada se movió a un fragmento mas grande en el lavabo. "Gafotas si no me decís algo voy a tumbar la puerta!" Finalmente los golpes en la puerta lo hicieron volver a la realidad, Spreen estaba apunto de insistir una vez mas cuando Juan abrió la puerta, el híbrido bajo sus orejas con preocupación al ver la mano de Juan. "Yo ... lo siento, no se que me paso." Aun se negaba a verlo a los ojos.