Reckless

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Los días pasaron mientras Zorman trabajaba en el artefacto, y tanto Spreen como Juan se volvieron mas cercanos en ese tiempo, pasando de estar juntos por compromiso de la salud del mago a hacerlo por meró gusto. Spreen descubrió que disfrutaba enseñarle a Juan a cocinar aun si la mayoría de las veces eso terminaba con una cocina desastrosa y comida quemada, o incluso aquella vez que quedaron cubiertos de harina ya que Juan intento usar su magia para alcanzar la bolsa, pero al seguir inestable termino por hacerla explotar, se rieron bastante de ello en su momento. A pesar de todo eso, la alegría en el rostro del hechicero cuando finalmente le salió un platillo bien había valido totalmente la pena.

Juan por otro lado descubrió que la jardinería entre dos personas era mucho mas entretenida, el cuidado de las plantas no era el fuerte del oso el cual termino pinchándose el dedo con una espina mas de una vez ganándose leves burlas del hechicero. Mas de una vez las tardes de jardinería terminaban con uno de ellos persiguiendo al otro con una manguera entre risas. Este tipo de actividades eran una buena distracción para ambos, Juan podía mantener su mente lejos de malos recuerdos y Spreen podía dejar salir el estrés que ser un exitoso empresario le generaba.

Ambos pueblos comenzaron a acostumbrarse a la vista de ellos dos, no era inusual ver a Spreen caminando solo, pero se había vuelto casi imposible ver a Juan sin el oso a su lado. Las bromas o comentarios sobre la reciente pareja seguían en el aire, pero aquella idea molestaba a Juan cada vez menos al punto de hacer caso omiso a dichos comentarios, despues de todo era un estúpido rumor y no merecía tanta importancia. Todo el mundo parecía notar que había algo entre ellos dos a excepción de ese par, todos podían ver las miradas melosas o sonrisas mas cariñosas de lo normal e incluso los habían visto ir de la mano mas de una vez. A pesar de los comentarios sus amigos estaban bastante contentos con la posible relación, despues de todo, esto significaba que Juan por fin había dejado ir a Rubí para encontrar la felicidad con alguien mas, además nadie podía negar que a Spreen le hacía falta algo de amor en su vida.

Era facil de notar para un espectador que esos dos estaban enamorados o que al menos se tenían mucho aprecio, pero pasaba completamente desapercibido por los protagonistas.

Durante las noches decidieron que era mejor que ambos estuvieran en el mismo cuarto, despues de todo compartir la cama no es la gran cosa, además el hacerlo redujo las pesadillas de Juan de forma exponencial, incluso Spreen era capaz de notar cuando comenzaba a tener una pesadilla y calmarlo mientras dormía, hacía pasar las noches mucho mas sencillo para ambos. No importaba si al dormir se estaban dando la espalda o incluso si habían colocado una almohada entre ellos dos, al amanecer siempre terminaban despertando abrazados. Normalmente Spreen se iba temprano a hacer negocios y últimamente dejaba una manzana dorada o alguna poción de regeneración en la mesa de noche, realmente no ayudaban mucho a las marcas de Juan, pero la intención era linda.

A excepción de Mayichi, ninguno de los empleados de Spreen sabían exactamente porque habían días en los que su patrón llegaba tarde, tampoco podían explicar porque el oso tenía tan buen humor últimamente o porque sonreía mas de lo normal … aunque bueno, no se quejaban de aquello ultimo, era mas divertido o al menos tranquilo trabajar en la pollería cuando no se sentían constantemente intimidados por su jefe. Con la mente del oso enfocada en su negocio y en su maguito de fiestas, logro evitar meterse en conflicto con las personas del pueblo.

Ya había pasado una semana desde su visita con Zorman y el científico les había avisado que iría al santuario esa tarde para que Juan pudiera probarse el prototipo de los guantes. El par se encontraba en la cocina, gracias a que Juan era menos desastroso el oso lo dejaba cocinar con el cada vez que preguntaba, al igual que la jardinería era una buena distracción para ambos. Las orejas del oso se irguieron al escuchar algo romperse detrás suya. “Chingada madre, otra vez.” Escucho al hechicero decir con cierta molestia, durante el paso de la semana las marcas habían disminuido levemente, sin embargo, Juan comenzó a sufrir espasmos repentinos en los brazos, a pesar de no ocurrir muy a menudo eran bastante molestos.

Matar a un dios • SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora